1984-1985: entre el derecho, el teatro y el Palacio de Justicia
Enero de 1984
A pesar de todas mis veleidades, de mi deseo de ser escritor, deportista o cura, al fin estudio Derecho en la Universidad Externado de Colombia. Atrás se quedaron los proyectos de vivir solo, trabajar en lo que fuese y cosas por el estilo. Los demás ganaron la batalla y estudio lo que “debo estudiar”.
Mi situación actual —hay que decirlo también— me otorga privilegios (más de los que ya tenía): ir de aquí para allá a voluntad; hacer lo que quiera cuando quiera; salir en las noches, beber, fumar... Yo puedo salir solo a la calle o dormir donde quiera. “Estamos en un mundo para hombres”, dicen las mujeres de la familia en pleno y es obvio que tienen razón. “Mientras que usted estudie, tiene toda la libertad”, insiste mi madre y sé que lo dice de veras, y que la libertad de la que habla es completa. Para ella, seré un abogado (cosa fundamental) y así podré asegurar mi existencia. Lo básico es que soy un hombre y un hombre hace lo que “le da la gana”. Lo de una profesión es solo un medio para “facilitarle la vida”. Lo dice por oposición a la libertad que pueden tener ella y mis seis hermanas mayores. Con cierto resentimiento, en fin.
Por lo pronto, a mí me gusta la carrera de Derecho, aunque sé que no me gustará ejercerla. Me gusta lo que leo, la historia, el análisis de los sistemas políticos del mundo, el origen de las ideologías, las revoluciones… todo eso que es “inútil” para mis compañeros y, para mí, lo que me permite seguir en esta especie de condena.
Sábado 18 de febrero
Hoy todo me parece sencillo.
Siento que, de algún modo, he tomado el timón de mi vida. Hago lo que quiero y siento que no tengo ninguna obligación más que aquellas que me impone el deber familiar, el amor y la solidaridad más primarios. Amigos me han desechado y yo he desechado; amores han ido y venido, experiencias por doquier, felicidades y tristezas… todo pasa. Ser escritor me resulta fundamental pero también reconozco que es una utopía, si de ocupación o reconocimiento social se trata; algo muy deseable pero imposible. Mamá insiste en que piense antes que todo en la “vida real”, lo que en sus términos equivale a pensar en la manera eficaz de “ganarme la vida”, en la forma de ganar dinero para vivir. Ahí no cabe, evidentemente, algo como ser escritor, o por lo menos no en mis circunstancias.
Febrero
“El infierno son los demás”, dice Sartre, y a menudo yo lo verifico con mis hermanos. ¡Qué fácil es detestar a nuestro prójimo más cercano!
Me encanta el teatro. Anoche, vi A puerta cerrada, de Jean-Paul Sartre, bajo la dirección de Germán Moure del Teatro Libre de Bogotá.
Febrero
Me gusta la clase de Historia que dicta Fernando Hinestrosa en al Auditorio de la universidad. Es un gusto oírlo hablar; tanto como a Mario Fernández en Introducción al Derecho. Estas son mis asignaturas preferidas. Las demás, Civil… Penal… Romano, con Carlos Medellín, todo eso me resulta interesante, pero no es lo mío.
Febrero
Me he inscrito en teatro y en danza, actividades alternativas que ofrece la universidad. Creo que si no tengo algo así, no aguantaré el derecho. En la prueba de ingreso a danza me pidieron repetir un compas. No pude. Sentí que mi torpeza afectaría la selección.
Febrero
El encuentro con los teatreros del grupo de la universidad ha sido peculiar. Nos reciben a nosotros, los nuevos, como a niños. En primer lugar, el director, Jorge Plata, actor del famoso Teatro Libre de la ciudad, nos habla de la importancia del teatro. Explica sobre todo las dificultades que las compañías dedicadas al teatro de la ciudad encuentran para mantenerse. “El teatro es cuestión de sacrificio y pasión. Poco tiene que ver con la utilidad económica”, dice. Insiste en la palabra “sacrificio”. La palabra ronda en el ambiente, hasta que alguien cambia de tema. Un estudiante de Derecho que parece más un actor consumado, alto, con bigote y barba, habla de la “Moralidad del ciego y el cojo” y La boda de los pequeños burgueses de Bertolt Brecht, las obras que ha montado el grupo de la Universidad. Cristina, una chica de las “antiguas”, de las pocas que asisten a la reunión, explica algo de este último montaje. “Es perfecto para mostrar el arribismo de nuestra sociedad, donde todos se creen más de lo que son”. La chica está vestida toda de negro y sus palabras parecen quejas ante un inmenso auditorio de enemigos. Ella es muy distinta a Graciela, otra de las integrantes “antiguas” del grupo que también estudia Derecho y parece desapegada de todo. Habla con indiferencia de las actividades del grupo. También está Verónica, una rubia que me parece más prepotente que los anteriores y que no habla mucho que digamos; Denise, que tiene un aire muy prudente; Nurlian, muy simpática… . En general, hay unos veinte estudiantes pero todos estamos pendientes de Jorge y de los “antiguos” miembros del grupo que lideran la reunión.
Marzo
Conferencia del ministro Rodrigo Lara Bonilla en el Auditorio de la universidad. Muchos estamos interesados en escucharlo. Los medios hablan mucho de él. Llegó de mañana al edificio, de una manera espectacular, rodeado de guardaespaldas que franquearon la entrada y se mantuvieron en la puerta del recinto todo el tiempo, hasta que salió de nuevo, rápidamente. Solo realizó su intervención y se fue. Está amenazado de muerte y su protección parece cosa de película. Habla del valor del derecho en “estos tiempos tan convulsos que vivimos en este país”. Frente a nosotros, que somos estudiantes de primer año de Derecho dice: “Recuerden: la ley debe estar por encima de la mafia”. Sus denuncias son cada vez más contundentes. Hablar sobre el narcotráfico en Colombia resulta fundamental para entender nuestra situación pero evidentemente es muy peligroso.
Marzo
…
He probado distintas rutas para llegar a la Universidad. El trayecto de mi barrio, La Alborada, hasta La Candelaria, es muy largo y yo intento encontrar el camino más rápido, es decir, la que por mucho sea de una hora. La buseta verde, que pasa cerca de casa, se recorre todo Chapinero y me deja en la décima, a diez cuadras, en una cuesta pendiente. Con esta ruta, siempre se me hace tarde. Tengo que buscar otras… acaso por El Salitre… o por la 26…
Abril
José Rey, el compañero alto y barbudo, y Roberto Peñaranda, que no para de fumar, los protagonistas de la Moralidad, apenas nos cuentan de sus experiencias a los demás del grupo de teatro. Tienen aires de superioridad. Solo hablan entre sí, o por mucho, con Ricardo Guarín, que es el lazarillo de la obra, Mario, que hace de fraile, y Tobías, otro de los frailes (alguien muy peculiar: calvo, flaco y muy femenino…). Se engarzan en discusiones por cualquier cosa. Cristina se encarga de avivar el fuego. A menudo, hablan de política y teatro, en lo que parecen no coincidir nunca. Están pendientes de otras representaciones teatrales en la ciudad y, en un momento dado, con displicencia, nos dicen que podemos ir a la próxima función de la Moralidad y apoyarlos con la escenografía y la “utilería”, palabras que me resultan rarísimas (especialmente la segunda, pues nunca la había oído). Al terminar el “ensayo” salimos del teatro y de la Universidad y con su guía nos encaminamos por la calle doce al “bar de Mariela”, un local que queda en la calle diez, cerca de la plaza del Chorro de Quevedo. Allí, algunos pedimos una botella de cerveza y Plata y los antiguos piden cerveza con aguardiente, una mezcla que me resulta inusitada. …
Abril
Los domingos me gusta ir a la ciclovía. Voy trotando por el barrio hasta la 106 y por ahí encuentro el trayecto que se les ha cedido a las bicicletas. Estos días el sol reluce y el ejercicio me gusta muchísimo.
Abril
“¡Rosa Julia es una actriz!”, dice Jorge Plata. Estudia Comunicación Social, pero es un hecho que el teatro es lo suyo. En su improvisación de Rosa, el personaje de “El pagador de promesas”, la obra que Plata ha propuesta montar, todos quedamos atónitos. Ella transmite una gran emoción desde el escenario. Plata dice eso y me mira mientras ella interpreta una de las escenas. Exagera teatralmente su gesto de admiración. Al final, él y los compañeros que estamos no dudamos en aplaudir.
(Rosa Julia actuaba ya como la actriz joven en Seis personaje en busca de un autor, de Luigi Pirandello, dirigida por Germán Moure, en el Teatro Libre de Bogotá.)
…
He obtenido el papel de Policía en nuestra obra, El pagador de promesas. El policía lerdo que al principio trata de aprovechar su poder respecto a Zé, el personaje principal, y luego alaba la perseverancia de aquel. Finalmente no alcanza una posición definitiva en torno al conflicto y actúa pusilánimemente. Esto es lo más atractivo de mi papel. La pusilanimidad del personaje.
Abril
Una de las cosas que más me han gustado de estudiar en el Externado es que veo con mayor frecuencia a Lourdes. Luego de las clases, al mediodía, bajo hasta su oficina en Bancoquia, el edificio que queda en la calle 13, entre la 8a y la 9a, cerca del Palacio de Justicia, para almorzar con ella y Ricardo, en su oficina de abogados. Llego más o menos a la una, subo al cuarto piso, espero un poco en el despacho y vamos al almorzar en un restaurante que hay en el mismo edificio. Además de que me gusta encontrarlos, la comida es buena. A veces hasta se nos une Guillermo, el padre de Ricardo, de quien en realidad es la oficina, y el almuerzo se extiende un poco más, como cuando se unen otros abogados. Hablan y hablamos de muchos temas que me resultan interesantes y, a veces, me animo a intervenir con lo que se me ocurra. A Guillermo le gusta buscarme la lengua, sobre todo en lo que tiene que ver con política. Normalmente opino exactamente lo contrario que él. Su condición de ex militar define su personalidad y sus ideas, cosa que, por supuesto, lo distancia de alguien como yo.
Mayo
Nadia Kan es de origen chino. Vive sola en un apartamento de Chapinero. Desde que empezamos el año me atraía, como a muchas personas del curso (no es común encontrar personas de ese origen y menos estudiando Derecho), pero solo hasta hoy me he acercado a ella. Estaba muy sola y me pareció raro. Siempre estaba con Ángela María, otra compañera de gran belleza pero al parecer inaccesible para alguien como yo. Fuimos juntos a la cafetería y me explicó lo importante que es para ella culminar sus estudios de Derecho. No quiere casarse, como todo el mundo, dice, sino ser una “mujer autónoma”. Me extrañó su insistencia en este tema.
3 de junio
Lamento mucho no dedicarle el tiempo suficiente al diario. Entre el Derecho, el teatro y la novela en la que trabajo ahora apenas puedo respirar.
21 de agosto
Hoy es mi cumpleaños número 17. Los he celebrado con la familia y los amigos del barrio. Alberto y Andrés han venido y luego de que mi mamá y hermanas se fueron a dormir nos quedamos hasta la madrugada hablando de todo.
El regalo que me quiero dar a mí mismo para este nuevo año de vida es tiempo: este año quiero dedicarle más tiempo a lo que de verdad me gusta. Quiero seguir con mi novela sobre el guerrillero que logra volarse de la cárcel y reemprender sus objetivos políticos. Todavía no sé cuál será el título. Alberto, que ha leído el primer capítulo, dice que debo seguir. Él me ha apoyado tanto en este proyecto que ha investigado por su cuenta el modo en que funcionan las hidroeléctricas. Luego de que le expliqué que me había atorado con este tema, él vino con una fotocopia con la explicación de cómo funciona una. Fue un gran detalle. Ahora puedo seguir adelante.
“-¿Qué te pasa que estás de acá para allá? -preguntó el viejo.
-No sé. Quisiera recordar, pero nada… Solo el miedo. Al final, quisiera que estallara una bomba atómica y acabara con todo de una buena vez, incluso con esta nebulosa de mi cabeza.
-Todos tenemos miedo, Ezequiel. Con recuerdos o sin ellos. Pregúntales a los compañeros. No estamos seguros de nada. Acaso somos la bomba.”
24 de septiembre de 1984
Preestreno de El pagador de promesas en el Teatro Libre. ¡Qué emocionante me resulta participar en una obra de teatro! Y la presentación en una sede tan importante. Antes de entrar al grupo de teatro de la Universidad no conocía nada de este mundo y ahora me resulta imprescindible. El teatro, el centro, La Candelaria, los cafés, Quiebracanto, el bar… todo esto me atrae sobremanera.
La invitación de Bienestar Universitario de la Universidad informa que la obra está a cargo del grupo de teatro La Tramoya. Esto del nombre va y viene. Algunos insisten en que debemos presentarnos así nomás, independizándonos poco a poco de la Universidad.
El auditorio está lleno. Nuestros familiares y amigos, ante todo, se han hecho presente. De mi familia solo asisten Lourdes y Ricardo. Aunque invité a todo el mundo, solo ellos se interesaron por el asunto. Luego, para celebrar, me invitan a comer en el Drave In.
Septiembre
Festival de Teatro Universitario. Del 24 de septiembre al 5 de octubre de 1984. El ambiente que se respira en la ciudad es magnífico.
…
Ingresar al grupo de teatro de la universidad ha sido una de mis mejores decisiones. Creo que es un placer actuar, y que se me da. Aunque sé poco del asunto, quiero aprender, y acaso, si tengo suerte, hasta me pueda dedicar a eso. Me gustaría mucho. El Derecho, claro, no es lo mío. Me preocupa saberlo con tal certeza: ¿voy a vivir de lo que no me gusta, entonces?
Septiembre
Nadia me ha invitado a cenar. Ha preparado conejo. Yo jamás había probado esta carne. No sé siquiera si me gustó. La sirvió con arroz. Se me hizo tan tarde, que me quedé en su apartamento.
Septiembre
Me gusta la relación que el grupo establece entre la realidad y el arte. Siempre están hablando de eso, sobre todo Jose, que, con su cigarro en la boca, no para de proferir insultos contra todo y contra todos, incluso contra las compañías de teatro de la ciudad a las que critica de “burguesas y comemierdas”. Él dice que hay que acabarlo todo y empezar de nuevo; que el teatro tiene que estar “vinculado con la vida, hermano”. Dice todo esto dando golpes en la mesa o una patada a lo que esté a su paso. El tipo genera prevención, e incluso miedo. No se sabe a ciencia cierta si lo suyo es infantil o peligroso. Quizá es su propósito provocar miedo y que los “nuevos” nos larguemos. Él es un veterano, o eso cree, y nos ve a los demás como niños a los que puede asustar. Y lo logra.
Por su parte, el discurso extravagante de Roberto me ha sorprendido, sobre todo por afirmaciones como esta: “Somos la generación del medaunculismo”, es decir, a la que “le importa todo un culo”. O esta: “A este país solo lo arreglan diez entierros pomposos”. Cuando la dijo, Plata se rio. Ni siquiera él supo qué responder. Parecía una consigna terrorista o algo por el estilo.
Septiembre
Hoy también me he quedado a dormir donde Nadia. Luego de que estudiamos Constitucional con Yenny, otra compañera de clase, preferí hacerlo. Mamá insiste en que “no me deje coger de la noche” y así es mejor.
Nadia cocina exquisito. Ha hecho unas verduras deliciosas. Siento una atracción peculiar por ella. Eso del origen chino me resulta muy atractivo.
Hoy apenas estudiamos. Nadia, Yenny y yo hablamos de todo y nada. De la vida, de los amigos, de nuestras experiencias… Como en el apartamento hay solo una habitación, al final nos acostamos los tres en la misma cama. Fue una grata experiencia.
Octubre 5 de 1984
Nos entregan los diplomas de participación en el Festival Universitario de Teatro de Bogotá. La Asociación de Universidades, ASCUN, es la que se encarga de esto. ¡Qué emocionante!
16 de noviembre
Nadia y Yenny no seguirán en la Universidad. Aunque ambas dicen que a fin de cuentas el Derecho no era lo suyo, perdieron más de tres materias y por lo tanto el cupo. Yenny dice que hará todo lo posible por obtener el reintegro el próximo año.
Luego de que salieron las listas de Historia, con las calificaciones finales, Yenny y yo fuimos a beber algo en un bar de Chapinero. Ella parece muy autónoma manejando su topolino pero en realidad es muy vulnerable. Yo he tratado de ofrecerle apoyo, de impulsarla en sus estudios, pero… creo que lo fundamental es que ella no cree en sí misma, como dicen los gringos. Aunque no quiero, siempre siento que quedo en deuda con ella.
Cuando me llevaba a casa, sin darse cuenta, el topolino se subió en un andén. Fue más el susto de Yenny que la gravedad del asunto. De inmediato se puso a llorar y yo la abracé con fuerza. Le dije que no importaba que no siguiera con el Derecho, que podríamos seguir juntos, que ella era muy importante para mí. Minutos después retomó la marcha. Lentamente, en medio del llanto, llegamos a casa.
Noviembre
Presentamos El pagador de promesas en la Cárcel Modelo. Para mí la experiencia ha sido inesperadamente intensa. Luego de pasar distintos patios donde había cantidad de presos hacinados y numerosas rejas con brazos y manos saliendo entre ellas, acompañados de un guardia del INPEC que lleva las llaves al cinto, llegamos por fin a una especie de gran salón donde se realizará la función. Dos reclusos nos reciben allí y nos ayudan en todo lo que necesitamos, conforme a la orden del funcionario. Yo estoy muy nervioso. Nos preparamos en un salón que hay detrás del teatro y cuando tengo que hacerlo dudo de todo. Tengo que bajar unas escaleras interminables con las botas de policía y me pregunto si el uniforme levantará alguna reacción inesperada. Cuando aparecí en el “escenario” hubo rechiflas, una bulla increíble y muchas risas. Yo reuní toda mi fuerza de voluntad y dije mis parlamentos. Al final, todo sucedió bastante bien. La última escena resultó muy emotiva. Fue impactante ver a los presos solidarizados con Zé al momento en que se entra con la cruz en la iglesia. Todos aplaudieron. La falta de libertad debe provocar mayor sensibilidad social a representaciones como esta. Esto lo sentí.
29 de noviembre de 1984
Estamos en Pasto. Luego de un viaje de más de veinte horas (pasando por un puente impresionante en Cauca o por el santuario de las Lajas…), al fin llegamos a la ciudad. Ebrios… En el hotel nos tratan con suma amabilidad, nos sentimos estrellas…
Con nuestra obra, El pagador de promesas, de Alfredo Dias Gomes, participamos en el Festival Nacional de Teatro universitario de la ciudad (organizado por la Universidad de Nariño en sus 80 años). Va del 29 de noviembre al 2 de diciembre. Es muy emocionante. Sobre todo porque confluye con una especie de precarnaval de negros y blancos. Nosotros nos disfrazamos enseguida para participar en un desfile. Pronto irrumpimos entre la multitud. Tenemos el vestuario de El pagador. Yo tengo el inefable uniforme de policía que más me parece el atuendo de la caricatura en que me convierto: resulta tan extraño a mí que creo que se ve ridículo. Sobre todo porque uso unas botas que intento sean imponentes pero que en realidad me harán ver como Pulgarcito con las botas del ogro.
Lo de ir de policía me generó algunos problemas. Nadie quiere a los policías. Sin embargo… en un momento dado eso de perseguir a todo el mundo con el bolillo se me volvió una diversión y a la gente también. En una de mis cazas, me refugié en una droguería con algunos colegas. No paraba de reír. Sobre todo porque bebíamos Galeras, un aguardiente mucho más fuerte de lo que yo hubiera podido beber antes. La bebida me llevó a ser menos inhibido, más natural, y así logré conectar con la gente.
30 de noviembre
En Pasto, el grupo se ha dividido en dos subgrupos, no sé si por afinidades comunes o por exclusión. Los más antiguos hacen su “combo” aparte y nos hacen el feo a los demás. El primero lo componen Jose, que es natural de la ciudad, y por quien resultamos aquí, en Pasto (organizo lo relativo a la invitación y a nuestra estancia en la ciudad); Rosa Julia, que es la actriz principal de nuestro montaje; Roberto, que cada vez más se da sus ínfulas de intelectual; Cristina, Juan Carlos y Filemón, que ingresaron hace tiempo a la universidad o llevan varios años en el grupo, ente otros. Ellos van por ahí, a su aire, de juerga, dejándonos a los demás en lo nuestro. El segundo grupo es el de Marco Tulio, Lilian y Olga Patricia, la “Marly” de la obra, María Cristina Quinto, “Tía Miña”, y yo, el policía, estudiantes de Derecho; Nurlian y Denisse, de otros pregrados; Mario y Tobías... La mayoría, recién llegados, más “tranquilos”, más prudentes… lo que acaso quiere decir que bebemos menos o fumamos solo cigarrillos. Todos nos encontramos para las funciones de la obra...
31 de noviembre
Hoy fuimos a la laguna de La Cocha (o lago Guamués) en El Encanto, cerca de Pasto. Helada. Visitamos la isla La Corota.
De vuelta, Rosa Julia no tuvo el menor empacho en lanzarse al agua, a pesar de que estaba helada. Estaba tan ebria que no debió sentir frío. Cantaba “Castillos en el aire”, la canción de Alberto Cortés, y al terminar no dudó en lanzarse. Creo que cosas como esta me vinculan con ella. Yo siento la misma energía interior, el ansia de hacer cosas extravagantes… aunque nunca relacionadas con el frío... Los demás parecían ajenos a algo como esto.
En la misma laguna, Jose estaba bastante bebido e insistía en que ya era hora de acabar con sus días. Mientras los demás apenas le daban importancia (dicen que son cosas suyas… que ya antes ha hecho estas “escenas”…), yo intentaba consolarlo. Al final pudo más su deseo de divertirse y encontrar una “princesa”, como llama a cada una de sus conquistas, que su voluntad de suicidio. Yo no sé si es un espíritu atormentado o quiere acaparar toda la atención. La mía sucumbe ante su magnetismo. Jose es extremo, pero interesante; intenso y teatral; entrañable e inteligente… Este viaje me ha acercado mucho a él.
Nuestra obra obtuvo un segundo puesto en el Festival, luego de otra realmente mejor ( la de la Universidad del Quindío). Y celebramos el triunfo toda la noche en el hotel. Julia, la actriz, invitó a algunos amigos que había conocido tanto en el festival, como en la calle, en la laguna y en toda la ciudad; recién conocidos más bien, que habían resultado conmovidos por la calidez de Julia. Todos celebrábamos el acontecimiento, entre botellas de licor, cigarrillos, música...
1985
Febrero
El crédito que me aceptó la Compañía Central de Seguros gracias a mi hermana Patricia que trabaja ahí me asegurará seguir con la carrera de Derecho hasta el final. Después de un “periodo de gracia”, luego del grado, deberé pagarlo en cuotas. Esto me quita el peso de buscar cada año los recursos económicos para estudiar, como hice el año pasado. Entonces, con mucho esfuerzo, mi mamá y cuatro de mis hermanos lograron reunir el dinero de la matrícula. “El próximo año usted debe conseguir un préstamo donde pueda”, me dijo mi mamá.
Febrero
Hablamos mucho respecto de la dirección en el teatro, de creación colectiva, de que al actor cumpla una función más activa que en el teatro tradicional… Yo intento seguir la pista de todo lo que escucho, pero lo que quiero realmente es actuar. Hace años me he sentido atraído por el teatro y la experiencia de El pagador… me ha fascinado.
…
Hasta cierto punto, Jorge Plata está de acuerdo con lo que a nosotros nos apasiona y ocupa: la participación de los actores en el montaje, la necesidad de acabar con la jerarquía que implica un director... Aunque… al final, siempre termina por burlarse de esto. “¡Cómo puede hacerse un montaje sin director!”, concluye.
…
La vida en casa es muy difícil. He escrito una carta a Gloria exigiéndole un cambio, pero nada… apenas la ha leído. Su mal genio hace imposible esa vida. Mi madre sufre con eso, y con la rebeldía de Fanny o la indiferencia de Sergio. Yo solo pienso en proteger a mi mamá. Le dedico todo el tiempo que puedo, pero… lo del teatro me tiene muy interesado. Hasta he empezado a escribir una obra. Me han motivado todas las que hemos leído para escoger las que empezamos a montar.
Abril
En aras de incentivar el trabajo de los miembros del grupo, nos dividimos en cuatro subgrupos bajo la dirección de Filemón, Rosa Julia, Marco Tulio y Roberto. Jose se ha mantenido al margen de estas responsabilidades… Lo suyo, me parece, es el teatro en directo, y las princesas. Cada uno propondrá un texto a fin de montarlo. Jorge cree que será una gran experiencia. “Eso les demostrará que es imposible montar una obra sin director”.
Rosa Julia quiere montar La patente, de Luigi Pirandello, que cuenta con un elemento bastante interesante para el desarrollo de nuestras capacidades actorales: el humor. Esta obra, como ninguna, exige de parte de los actores el dominio de esa técnica tan difícil para el teatro; técnica que exige especiales habilidades de voz, expresión corporal, maquillaje, escenografía, etc. Roberto ha traído el texto de una obra de teatro inglesa… “Es un ladrillo, pero me gustaría montarla”, dice. Hace poco se montó en Madrid. Se llama Sopa de pollo con cebada. Filemón quiere montar Blondinette, del escritor colombiano Oswaldo Díaz Diaz, de un género que llamaron Radioteatro. “La obra, de 1941, recoge el espíritu de una época de guerra, como la que vivimos. La leí por primera vez hace poco… en 1980, mientras estudiaba teatro en la Escuela distrital. En la edición de Colcultura. Me gustaría montarla. Tengo muchas cosas claras del trabajo.” “Lasquenete puede ser el flaco Solórzano, Blondel, el payaso, Juan Carlos Vásquez, la muñeca de porcelana, Liliana, tú, Lisardo, el muñeco de la palo.” Leemos el texto. Me gusta muchísimo. “—Estos libros no tienen un propósito comercial”, aclara el autor de entrada, en el Prólogo.
Mayo
La obra que propuso Roberto, Sopa de pollo con cebada, se está posicionando sobre las demás. Aunque él no es santo de devoción de todo el mundo, empezando por Jose, que lo ataca permanentemente, y ante la desidia de los demás compañeros, la suya gana la atención de todos. El propio Jose ha asumido el papel de Harry Kahn y, como en el caso de El Bonitón, de El pagador de promesas, lo asume con tal mística que incluso en la “vida real” habla como su personaje. Hasta de Olga Lucía, quien hace el papel de Sarah, se esmera por “encontrar al personaje”. Ella no estaba muy animada con el teatro, pero dice que el papel es extraordinario. En los ensayos, que avanzan a toda velocidad, Roberto no para de exigirle “apropiación del personaje”, incluso la reprende cuando dice uno de los parlamentos desde una cocina imaginaria. Ella lo intenta, pero…
30 de Mayo
Este año, hemos celebrado en grande el día de la madre. Vinieron todos, excepto Fanny, que hace rato vive al margen de todas las cosas de la familia. Hace un tiempo decidió vivir sola y olvidarse de nosotros. Mi mamá no deja de sufrir por esto. Hicimos un gran almuerzo y Sergio cantó como nunca. Creo que solo en el espacio de la música tengo un acercamiento a él.
Julio
Han llegado otras personas al grupo: Gerardo… un estudiante de Comunicación Social. Vino con su novia, Giovana. También Pedro, un amigo de Jose. Tiene una apariencia… especial, por decir lo menos. Lo que más me ha sorprendido de él son sus uñas: largas.
Julio
Al parecer todos confluimos en Sopa de pollo con cebada. Hasta Filemón que, tras aceptar el papel de Ronnie viejo, ha abandonado el proyecto de montar Blondinette. Por su parte, Rosa Julia ha reemplazado a Olga Lucía que, por diferencias con el “director”, ha abandonado el grupo. Lilián interpretará a Ada Kahn. Verónica y Graciela, que hace un tiempo no venían a los ensayos, dijeron abiertamente que no volvían. Adujeron motivos académicos, pero pocos les creímos. Sus diferencias con Roberto son insalvables. Yo creo que no terminan de aceptar que un estudiante resulte siendo el director de un montaje en reemplazo de Jorge Plata.
Por otra parte, han llegado dos chicas nuevas al grupo, son de Comunicación Social: Martha Patricia y Marisol. Dicen que ver una de las representaciones de El pagador de promesas las motivó. También, una chica de Derecho, de 1A, es decir, del otro grupo. Se llama Magdalena, pero le dicen Magola. Hice una improvisación con ella que resultó un éxito. Manteníamos un diálogo con números. La tensión aumentó hasta un clímax increíble. Su energía es impresionante.
Agosto
Hemos trabajado muchísimo en el montaje de Sopa de pollo con cebada. Las chicas nuevas nos apoyan en todo. Hoy, Roberto le ha asignado el papel de Cissie Kahn a Magola. Es un hecho que tiene aptitudes. Al flaco Solórzano le dio el de Hymie, el hermano de Sara, y a Lilián, el de Ada. A Pedro le dio el papel de Monty y a Giovana el de Prince. Aunque este último es un joven combatiente, creo que Giovana lo puede hacer bien. Yo había improvisado el papel de Dave Simmonds, pero se lo dio a Gerardo, y a mí me asignó el de Ronnie joven, de la segunda escena. La breve intervención de Bessie Blatt, la esposa de Monty, quedó en manos de Cristina. Con suerte, alcanzaremos a tener la obra montada y la estrenaremos en el Festival Zonal Universitario de Teatro.
Agosto
Jose me ha invitado a beber algo en la cafetería. Solo a mí. Una vez sentados me pregunta si quiero ser abogado o actor. Yo no sé qué responder. Pienso enseguida que no me gusta el derecho, pero me gusta eso de actuar. No lo digo. Él dice que la pregunta es simple, que, si quiero ser actor, debo apropiarme de un personaje, de sus palabras, de su naturaleza. Me hace repetir una y otra vez los parlamentos del Ronnie de la segunda escena de Sopa de pollo con cebada hasta que “tome consciencia de lo que el personaje realmente” dice. Yo trato de seguirle el ritmo, pero su actitud me resulta autoritaria y de esto ya estoy hasta el cogote. Además de mis cuñados, mi hermano… Le dije al fin que me gustaba el teatro pero que en realidad quería escribir… “Escribir es lo que realmente me interesa”. Entonces, como por arte de magia todo cambió en su expresión. Me miró y sonrió. Dijo muy quedo que sería yo entonces quien escribiera nuestra vida: lo de la universidad, lo del grupo, y, en lo que a él concernía, sus historias con las princesas, su discurso, su manera de vivir la libertad… “¡El anarquismo, Gustavo!”.
Septiembre
El público aplaudió por espacio de diez minutos. Fue la mejor obra del festival zonal de teatro universitario de 1985.
Estas son las palabras de Sara Kahn en la última escena de Sopa de pollo con cebada, las que explican el título:
“Cuando Ada tuvo difteria y yo estaba embarazada, le pedí a papá que la llevara al hospital. No lo hizo. No teníamos dinero porque él no se preocupaba por trabajar y yo no sabía qué hacer. Desapareció. Fue la señora Bernstein la que la salvó. ¿Te acuerdas de la señora Bernstein? No, por supuesto que no, murió antes de que tu nacieras. Fue la sopa de la señora Bernstein. Ada todavía tiene el sabor en la boca… sopa de pollo con cebada. Dice que es un sabor amigo… pregúntaselo. Eso la salvó. En aquellos días, ni siquiera mis hermanos tenían dinero, y un pedazo de pan seco como una taza de té, ¡ah!, era todo un manjar. Pero tu padre tenía el dinero que le daba el fondo para desocupados, y alguien me dijo que lo había visto en lo de Bloom, comiendo sandwiches de carne. A él no le importaba nada. Tal vez ya empezaba su enfermedad. ¡Quién sabe! nunca fue un hombre malo realmente. Nunca nos pegó, ni se emborrachó, ni jugó… no era vulgar ni grosero y siempre tenía amigos. ¿Qué es lo que andaba mal? Nunca pude comprenderlo. Todo lo que hice fue pelearlo porque nada le importaba, y míralo ahora. No le interesa vivir. …”.
Sopa de pollo con cebada cuenta la historia de la familia Kahn, los judíos antifascistas del East End que luchaban contra las camisas negras de Oswald Mosleylys en 1936.
Septiembre
Creo que el grupo de teatro se ha vuelto muy importante para mí: compartimos mucho tiempo juntos, hacemos paseos… Hoy escribo en el Neusa, una laguna cercana a Bogotá. Nos encanta venir aquí. Aunque hace frío, hacemos fogatas, cantamos… incluso metemos los pies en el agua. Siempre vamos en el carro de Marisol, “Lorenzo” Así lo llama. Nos recoge en Lorenzo en la 80, junto al monumento de Los Héroes. Es extraordinario. Jose lleva unos casetes magníficos de música que yo jamás había oído. En su grabadora podemos escucharlos mientras caminamos por el bosque.
Septiembre
Me gusta ir a La Candelaria a las fiestas de Jose y sus camaradas, Pedro entre ellos. Anoche fuimos a “Quiebracanto”, en la 21, y bailamos como resortes. Tuve que quedarme allá pues a esa hora de la madrugada el retorno a casa era imposible.
Septiembre
Jorge nos ha invitado a la representación de Macbeth, de Shakespeare. Me ha impactado mucho verlo en escena. Gran pasión. Pero más aún, el personaje de Lady Macbeth.
Octubre
Rosa Julia ingresó al Teatro Libre. Por esta razón se ha distanciado del grupo de la Universidad. Pero no nos deja de lado. Con dificultad pero con lealtad, sigue en La Tramoya.
En el TLB reemplaza a una actriz que se marchó poco después del estreno de El burgués, gentilhombre, dirigida por Hervé Van der Meulen. Representará a Lucila, la hija del burgués.
Miércoles 6 de noviembre
Hoy, el M19 se ha tomado el Palacio de Justicia. El noticiero habla del asunto, pero yo mismo fui testigo de lo que pasó en la mañana y sé lo que está sucediendo.
En la mañana, teníamos examen final de Penal (la materia de Alfonso Reyes), pero llegó la hora y nada. “Es una suerte que no tengamos el examen”, dijo Marco Tulio cuando escuchamos la balacera allá abajo, en la Plaza de Bolívar. Yo me quedé mirándolo… su frialdad siempre me había parecido sorprendente, pero en ese momento…
A media mañana, él y yo bajamos a la Plaza de Bolívar. La plaza estaba cercada con las cintas de seguridad del ejército.
El cruce del fuego dominaba el lugar.
A la altura de la calle 12 con octava, yo estaba solo. No quise seguir el camino con Marco Tulio. Entonces, vi a la periodista Gloria Gómez que, armada de su micrófono y seguida de un camarógrafo, pretendía entrar a la Plaza y hacer el reporte de lo sucedido. Pronto la perdí de vista.
…
La gente se agolpaba para ver lo que podía. Las detonaciones asustaban a todos, y varios soldados nos dispersaban; la inquietante calma de un instante nos atraía de nuevo, pero tampoco entonces sabíamos qué hacer.
Yo preferí encaminarme a la 19 y volver a casa. El ambiente estaba muy pesado y yo no quería problemas. Ya sé lo que es volver tarde a casa. El transporte es imposible. Y más aún con este problema en el centro. Pensé en pasar por la oficina de Lourdes y Ricardo, pero el lugar estaba completamente acordonado por los militares.
Jueves 7
Hoy todos hablan de lo de ayer. Y la cosa parece seguir…
Rosa Julia y Marco Tulio se quedaron después de que yo decidí irme a casa. Luego de que nos separamos Marco Tulio y to, él se encontró con ella. Intentaron entrar a la Plaza de Bolívar. Rosa contó, más o menos así, lo que pasó:
“... empezamos a cruzar cercos policiales con un carnet que tenía como hija de exmilitar de la guardia presidencial y el de estudiante de comunicación... llegamos por la calle 10 hasta estar justo frente al palacio en el costado oriental... rodeados de tiras vestidos de civil... duramos un buen rato, escuchando el tiroteo... hasta que volvieron a salir algunos del palacio y sin querer se me salió de la boca “¡Almaral! ¡Está vivo.!”. Entonces, dos soldados nos empujaron contra la pared, averiguaron quiénes éramos nosotros, fuimos esculcados y no sé cómo nos dejaron ir... Oíamos los tiroteos y veíamos al gentío cuando los tanques retrocedían... salí de allí derrotada, con la esperanza destrozada.”
Lo poco que se ve en la televisión respecto de lo que ocurre en el palacio de Justicia me conmueve hasta los tuétanos, pero saber que todo pasa allá abajo es lo peor.
Viernes 8 de noviembre de 1985
En el auditorio de la Universidad, en el bloque C, cercano a nuestra aula, en la tarde, se realizaron las honras fúnebres de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia que murieron ayer en el Palacio. Es de no creer. Las familias lo han dispuesto así. Yo trato de transcribir lo que vi.
El lugar estaba repleto de gente, pero hubo algún problema. Pasaba el tiempo y poco a poco iban llegando las urnas, los ataúdes o yo qué sé... La multitud se agolpaba a la entrada. Creo que hubo algún problema con los féretros. No cabían por la puerta o algo así. Dos o tres hombres intentaron entrarlos… Hubo una algarabía allí, en la puerta. Algunos estudiantes que estaban en el corrillo gritaron que impedirían la entrada al presidente. Así estaban las cosas.
En compañía de algunos camaradas —Jose, Lilián, Martha Patricia, Marisol…—, estoy justo ahí y soy testigo de todo eso y del difícil desembarco de los cajones. Lilián y yo solo intentamos entrar al recinto. Yo creo que es mi deber moral asistir y seguro los demás del grupo también. Esperar noticias por radio o televisión no nos parece suficiente. Al fin, entramos y logramos un lugar en el ala izquierda del salón, en una de las amplias bancas de madera junto a otros estudiantes, de Derecho sobre todo. Afuera se han quedado Jose y Roberto. Nos preguntamos si ellos son los que gritaban antes. No advierto a nadie de mi curso, por lo menos no cerca. La sala se va llenando. Está a tope en un momento dado. Se espera al rector, Fernando Hinestrosa, y sigue llegando gente. Entre tanto, con dificultad, van ubicando abajo los cinco cajones. Dicen que uno está vacío porque no encontraron al profesor, que es simbólico. Todos asistimos a la instalación y estamos silentes, graves. Esperamos sobre todo a Alfonso Reyes y Carlos Medellín; a Emiro Sandoval, que alguna vez nos dio un seminario de penal. Yo no puedo evitar las lágrimas y lloro, sin ningún reato. La circunstancia no da para menos. El cuadro es desolador. Los familiares de los magistrados se reúnen en grupos y no paran de llorar. El dolor es común.
Al fin llega el rector. Es evidente que su ánimo está decaído. Tiene el rostro demacrado, triste y, ante todo, posee una actitud solemne. Muy quedo empieza a hablar. Habla del dolor, del sacrificio, de la pérdida, de la decisión del presidente, del valor del las “instituciones”… Al mencionar esta palabra siento que hay un revuelo en la puerta… creo escuchar a Jose y a otros que, como antes, profieren quejas, lamentos o no sé qué. ¡INSTITUCIONES DE MIERDA!, grita alguno. Yo intento distinguir a Jose pero la multitud me lo impide. Estoy casi seguro de que es él quien ha gritado. Su potente voz es siempre reconocible y él lo sabe. Todos lo sabemos. Solo cuando retorna la calma y el rector continúa su discurso, advierto a mi amigo que está en el umbral de la puerta, dudando si entrar o quedarse al fin fuera. Cuando el rector termina su breve intervención, vuelve el murmullo de los del umbral y los llantos y se organiza una fila para bajar a donde están los féretros y despedir a los magistrados. Yo me levanto y, como los demás, hago la fila. Con dificultad bajo la escalera y me dirijo al grupo de féretros. Quienes avanzamos lo hacemos con parsimonia, en un natural cortejo. Todo el mundo quiere acercarse a los cajones y avanzamos así con dificultad, unos pegados a otros. Las cajas de madera —todas iguales—están ahí, abajo, cerradas. Cerradas, a excepción de una: la que contiene el cuerpo de Manuel Gaona Cruz, a la que al fin me conduce la multitud atraída por esta sobre todas las demás. Todo esto sucede muy rápido. No quiero ver, pero la fila me conduce a este féretro y termino por hacer lo que hacen los demás: observar deprisa al finado. Entonces, puedo ver más o menos la mitad del robusto cuerpo el profesor, vestido de traje, su cabeza con una herida y su rostro blanco con algunas esquirlas.
Lunes 11 de noviembre de 1985. Teatro de la Universidad.
Reunirnos hoy resulta extraño. Todos estamos compungidos, y no entendemos nada de lo que ha pasado. Roberto no se ha presentado. Debe estar hecho mierda. Trabajaba con Medellín, como monitor suyo, y su muerte le debió afectar más que a cualquiera. Jorge ha estado presente. Habla brevemente sobre lo sucedido. Dice algo como “este país es siempre la misma mierda”.