La Tramoya, los estudios, Jose... (1986-1987)
Enero de 1986
Escribo muy poco en estos tiempos. Acaso porque prefiero vivir, así, directamente, sin reflexionar mucho. Cuando leo mis cuadernos anteriores, me pregunto si lo que escribo tiene algún sentido, si va para alguna parte.
Lo mejor es vivir, creo.
Enero
Jose, Marisol, Lilián y yo hemos tenido una experiencia extraordinaria en la laguna del Neusa. Como en otras oportunidades, caminábamos por el bosque escuchando la música de Jose en la grabadora que lleva siempre al hombro. Cambiaba unos cuantos casetes que llevaba en su mochila mientras avanzábamos por la montaña. Algo de familia tenía el asunto: Jose y Marisol eran como unos padres y nosotros, Lilián y yo, los hijos (como en Sopa de pollo con cebada); aunque me resulta simple pensar así el asunto. Lo más intenso, lo extraordinario, vino después. Como amenazaba tormenta, nos guarecimos bajo unos pinos desde donde se podía ver buena parte de la laguna. Allí el viento empezó a arreciar y con él sobrevino la lluvia. Entonces, nos sentamos en círculo sobre la yerba, que estaba mullida por una gruesa capa de esas finísimas ramas que caen de los pinos, y los cuatro nos tomamos de las manos; o no, solo unimos nuestras manos, de modo que quedaron extendidas. Entonces, nos miramos fijamente a los ojos, como creo que no lo habíamos hecho nunca antes. Con el trasfondo de la tormenta, yo veía como nunca los ojos negrísimos de Jose, los ojos marrones de Marisol, los resplandecientes ojos negros de Lilián y en un segundo sentí como si algo supremo nos reuniera en una sola entidad, como si por este medio el universo nos advirtiera que algo así era posible, que podía existir una comunidad orgánica entre cuatro personas. Sin duda los cuatro sentimos que esta experiencia era fundamental en nuestras vidas, que jamás viviríamos nada parecido.
Enero
Una de las cosas que más me gustan de estos días es que puedo ir a almorzar con mi mamá a la Caja Nacional y dedicarle todo el tiempo que pueda a hacerle compañía. Llego muy temprano a su oficina, espero que deje sus cosas en orden y juntos nos vamos caminando a un pequeño restaurante que le gusta en La Esmeralda. Allí podemos hablar de todo y de nada, de sus preocupaciones pero también de sus expectativas. Mi madre cree que yo “llegaré muy lejos”, que siempre he sido “muy juicioso” y que “seré “un gran abogado”. Lo curioso del asunto es que le encanta que yo escriba, y que le hable de mis novelas y mis cuentos y le pregunte por sus ancestros que son los que me inspiran. Ella me cuenta con emoción la historia de sus padres, de su abuelo Numa, de sus tíos… y yo soy feliz escuchándola.
Febrero
Mi amistad con Magola se consolida día a día. Y todo mediado por el teatro. De alguna manera los dos somos los mejores actores de la vida y en ese espacio de la representación podemos comunicarnos profundamente.
“—Magdalena, dice a menudo. —Díganme Magdalena. Magola es… ”.
El papel de Magdalena como la tía Cissie Kahn en Sopa de pollo con cebada ha conmovido a todos, y, sobre todo, a nosotros, sus compañeros del grupo. Su versatilidad es increíble. Todo el mundo sabía de su… histrionismo, pero verla en las tablas es distinto: su presencia escénica y, en particular, su proceso de envejecimiento trasciende el maquillaje o el vestuario. Su dominio corporal es completo, tanto como su voz. De una militante comunista joven y aguerrida llega a ser una abuela que juega cartas con otros viejos, sus familiares en la escena. Sin duda, ella, como Rosa Julia, es una actriz. Eso no lo dudo. Aunque en su casa, a puerta cerrada, me diga que nada la apasiona realmente, es un hecho que el teatro es lo suyo.
Febrero
Mi hermana Fanny ha decidido emigrar a Estados Unidos. Nos avisó justo antes de partir. Yo voy al aeropuerto a despedirla. Le entrego una carta dirigida a Angélica, la chica que conocí hace años en el barrio, que ahora vive en Los Ángeles. Acaso ella le pueda ayudar en algo. Así se lo solicito de manera prudente: “¿Podrías echarle una mano?”.
Apenas puedo creerlo. No dejo de llorar cuando veo a mi hermana, muy elegante, con su sencillo vestido de paño negro y blanco, pasando el control de migraciones. Aunque no nos llevamos muy bien, sufro por lo que puede ser su destino en ese país, en ese “sueño americano” del que tantos hablan.
Febrero
El espacio teatral es un espacio de fuga. Así lo siento cuando estamos aquí, en el teatro de la Universidad. Podemos ser quienes queremos ser, a veces nos despojamos de nosotros mismos para ser otros… todo puede ser como quisiéramos que fuera.
Ensayamos toda la tarde. Luego, salimos de copas.
La conmoción dramática es la vida en una dosis concentrada... esto es para mí el teatro: dosis concentradas de vida.
Cuando queremos teatralizar la vida, ella adquiere en efecto un ritmo vertiginoso; irretenibles fuerzas, impetuosas energías reducen el tiempo de una manera asombrosa. Como si oprimiéramos el acelerador de esa vida, o como si nos lanzáramos por un tobogán vital, sin rienda alguna...
Febrero
Si ayer sufrí por mi hermana, hoy la cosa ha sido peor: a primera hora del día, nos llamó por teléfono. Fui yo el que contestó. Supongo que esperaba que así fuera. No preguntó por mi mamá. Solo dijo que no la dejaron entrar a Estados Unidos. Alcanzó a agregar que “el trato fue inhumano”, que “las autoridades federales la hicieron sentir de los peor, que…”. Se cortó a sí misma. Creo que se arrepintió de haber contado esto. Solo agregó: “la carta que usted me dio me generó el problema. Se dieron cuenta de que yo no tenía nada allá” y cortó de inmediato. Su llamada era solo para informar que estaba en Bogotá.
Yo no puedo con la culpa. Lo mejor hubiera sido no entrometerme en nada, no haberle escrito a Angélica, no haber ido hasta el aeropuerto a despedirla. No quiero ni pensar todo lo que sufrió. Imagino lo que es esa policía de inmigración. Y peor aún sabiendo como es ella, confusa, complicada… no querrá que nadie se entere, que mi mamá se entere, de que, como siempre, sufra por ella. Desde que se marchó de casa, no paran los problemas: que no sabemos dónde está, que vive en quién sabe dónde, que tiene amigos que… que… “Todo con ella son dolores de cabeza”, dice mi mamá.
Febrero
Río Sumapaz, Pandi
No conozco Pandi, el pueblo al sur de Bogotá, pero sí el río Sumapaz que pasa por ahí. Nos gusta acampar en una playita que hay en las afueras, encender una fogata, bañarnos, hablar y cantar. Hace buen clima y la noche es magnífica. Dormimos como por etapas. En la noche algunos se quedan hablando, otros duermen.. nos levantamos, escuchamos la corriente y vemos la luna. Nos abrigamos con cualquier cosa. En la mañana, comemos naranjas.
Anoche Jose y Roberto se transaron en otra discusión. Mientras el primero habla de libertad, el segundo de compromiso. Jose insulta a Roberto llamándolo “mamerto” y este se defiende como puede. Dice que Jose solo piensa en él mismo y que no cree en nada. “¡En nada! —confirma aquel. Ni mierda. Solo creo en el teatro y las princesas”. Ni siquiera en un ambiente como este dejan de enfrentarse, y los demás solo escuchamos como tontos… o en algún momento nos damos un paseo por la ribera para evadirlos.
Marta Patricia se aventura a cruzar el río. Los demás estamos asombrados de su audacia. La corriente no es fácil de dominar.
Estamos cubriendo de arena a Cristina y a Pedro… Quisiéramos representar la tragedia de nuestra historia, el dolor, la muerte… Es Gerardo quien hace las fotografías.
Febrero
Hoy me he encontrado con Marisol S., una de mis compañeras de Derecho, en la buseta. Siempre me ha atraído pero jamás habíamos cruzado una palabra. Además de que es una gran estudiante, es hermosa. Hablamos de las clases, de la ruta (ella vive en Chapinero) y… finalmente, de lo que a ella le apasiona en este momento. Dice que se interesa del “conflicto del medio oriente”. Mi sorpresa es mayúscula. Mucho más cuando me explica todo lo relacionado con los refugiados, con la OLP, Arafat... Quedo mudo. Me doy cuenta de mi ignorancia. Así la cosa, no dudo en preguntarle todo lo posible sobre el tema, justo hasta que nos despedimos. Ella desciende y yo me quedo mirándola hasta que la pierdo de vista. Uno jamás sabe el universo que esconde cada persona, pienso.
Febrero
Jose ha venido al salón donde ensayamos ahora —uno que sirve normalmente para talleres de danza o yo qué sé— a despedirse. Estábamos solo Jorge Plata, Roberto y yo. Aunque no precisa la causa, dice que no quiere o no puede seguir estudiando Derecho. Acaso ha sabido los resultados de los exámenes “supletorios” que aplazó para enero. Dice que volverá a su tierra, a Pasto, donde se “siente en casa”. “Estoy mamado de la parafernalia de Bogotá”, agrega. Aunque Jorge no diga nada del asunto, el hecho de que no se le haya abierto una puerta como la del Teatro Libre, y que él no haya movido un dedo para apoyarlo en eso, entre otras cosas, también habrá tenido que ver con su decisión. Jose desea fervientemente ser actor de teatro pero Jorge no lo toma en serio. Acaso, su alcoholismo, su irreverencia y demás pueden ser la causa. A mí no me parece justo que no le ayude en ese propósito. Jose tiene un gran talento y, por lo que he visto, en el medio del teatro su… estilo no es excepcional. Jorge bebe mucho también, y otros actores del gremio no se quedan atrás. Los escándalos, las riñas, etc., hacen parte de ese aura artística en que todos viven. Por mi parte, creo que hay algo más, una cuestión de clase o algo por el estilo: el Teatro Libre solo apoya a aspirantes a actores de la Universidad de los Andes. Eso dicen algunos del grupo que entienden más de estas cosas, Roberto o Rosa Julia. Ricardo Camacho es de esa Universidad y, al parecer, es quien en realidad determina estas cosas. Jorge Plata no tiene tanto peso en el Libre, o no le dejan tenerlo, dicen. Su mujer, Carlota, o Laura Jaramillo deciden más las cosas que él. Yo apenas me entero de esto. Este día solo nos abrazamos estrechamente Jose y yo. En poco tiempo nuestra amistad se ha hecho muy fuerte y lo siento con la fuerza de este abrazo y de su mirada entrañable. Al final, me deja una bufanda pastusa, de colores, de las que vendía para sostenerse en Bogotá, y un billete de diez pesos con una nota firmada por él: “¡Viva (por siempre) el teatro!”.
Febrero
Este año, tenemos unas “Prácticas”, espacio en el que estudiamos áreas concretas del Derecho. En la de Penal, con Germán Marroquín, he coincidido con Ángela. Nuestra cercanía ahora nos ha hecho poco a poco los mejores compañeros. Ella es muy buena estudiante e interviene a menudo en clase. Le gusta mucho el penal y quiere dedicarse a él.
Febrero
Fiesta de despedida de Jose en la azotea de su casa de La Perseverancia. Vienen Pablo y Jairo del grupo de teatro de la Universidad Nacional.
A pesar de su relación con Pablo, Julia asumió una actitud extraña con Jairo. Frente a Pablo, fue abiertamente coqueta con aquel. En un momento dado, prefirió a Jairo y, sin pensarlo dos veces, se marchó con él a una de las habitaciones cercanas a la azotea. Pablo, como era apenas previsible, se dio cuenta de todo, y aunque todos lo esperaran no asumió actitud alguna, ni agresividad, ni rechazo, ni nada. Acaso si tomó algunas copas, esperó a que terminaran y, después de unas pocas palabras con Julia, se marchó. Lo hizo dignamente, despidiéndose de todos. Muy amable. Como hasta ahora se había comportado con Julia y con los demás. Todos lo observamos al bajar las escaleras del lugar, y cuando caminaba por la calle. Incluso Jairo y Julia lo observaban desde la azotea. Creo que, después de todo, Pablo decidió esta noche que todo ha acabado entre ellos, o, por lo menos, las cosas sentimentales; que si de nuevo estaba con ella, sería según otras reglas de juego. Seguro, a pesar de todo, seguirá amándola, y Julia, tomándolo de las mejillas, le dirá "lindo", como a mí, como a Jose, a Pedro, a Filemón, a... y será verdad. Nos considera a todos Lindos, porque ama a los hombres y, además, porque en su vida cada vez hay menos espacio para la fealdad... y el teatro, la actuación es un buen espacio para ello. Lo sucedido me parece solo una muestra de esto y por eso lo consigno.
Espero que lo ocurrido no afecte la colaboración que se ha establecido entre Pablo y Jairo y nosotros, La Tramoya.
Marzo
Odilia es una compañera de Derecho. Desde que iniciamos la carrera hablábamos de vez en cuando, sobre todo de los estudios. Hoy, por circunstancias muy extrañas, coincidimos en el restaurante y hablamos de parapsicología. Ella esperaba a una amiga y yo estaba excepcionalmente solo. Normalmente, almuerzo con Lilián o con las demás chicas de teatro. Odilia se me acerca, me pregunta si puede acompañarme y, por supuesto, no dudo en decirle que sí y abrirle espacio en la mesa. Ella me cuenta, así como así, algunas de sus experiencias de levitación, de escalofríos que vienen y van cuando va a tener una experiencia de levitación. Yo no tenía ni idea de estas cosas, pero al escucharla el tema me apasiona. Yo me concentro en sus palabras, en la intensidad de sus palabras… No dudo de ni una de ellas. Al referirme su experiencia sus manos sudan y empieza a temblar, deja de comer… Yo la insto a que lo haga, pero es inútil. Sigue con su historia. Al escucharla recuerdo algunas experiencias que yo mismo he tenido, de las cuales no he hablado con nadie jamás. Experiencias que he dejado pasar, sin darles mayor importancia.
De pronto, ella me dice que tiene que partir. Tiene una cita con alguien. Se va como llegó.
Marzo
Festival Nacional de Teatro en Armenia. Lo coordina la División de Bienestar de la Universidad del Quindío.
Esta es la última función de Jose como Harry. Con dificultad pudo acompañarnos, pero su decisión de volver a Pasto no ha cambiado.
Al llegar a la Casa de la Cultura de Calarcá, donde tendrá lugar la presentación de Sopa de pollo con cebada, nos recibe Juan Carlos V. vestido de mujer. Él junto con Marco estaban preparando la escenografía antes que los demás y prepararon una especie de sketch. Fue una divertida sorpresa. Verlo así, con un vestidito rosado de quién sabe donde sacó, con sus ademanes femeninos, nos hizo reír a todos. Su cuerpo es musculoso, viril, y verlo en la calle, con sus gestos de mujer, fue todo un impacto.
En la noche nos reunimos en una de las habitaciones del hotel. Vienen los del grupo de Los Andes, Nicolás y otro de apellido Bejarano. Son los actores de su obra, inspirada en Gargantúa y Pantagruel. Bebimos y fumamos juntos, comentando el festival, las experiencias en la ciudad, en la universidad y muchas cosas más.
…
A pesar de que nos habían advertido que el festival no era competitivo y por lo tanto no tendría premios, los directores, los críticos y el público dispusieron algunos. Entre ellos se les otorgó a Julia y a Jose los de mejor actriz y mejor actor respectivamente. Sus papeles de Sara y de Harry fueron excelentes.
Jose ha hecho una de sus extremas escenas. Anoche llegó a ha hacer escándalo y rompió una puerta.
Abril
Estudio Civil con Odilia. Ella me ha pedido que nos reunamos en la biblioteca y, “si tengo la gentileza”, le explique algunos temas de la materia. Yo no me hago de rogar. Ella tiene un aura misteriosa que me atrae. Normalmente está con su amiga, Marcela, que también es compañera de nosotros, pero siempre está atenta de mí. Cuando nos encontramos, no duda en dejar a su amiga a un lado y concentrarse en lo que yo hablo. Pocas veces me he sentido tan… escuchado. Ni siquiera Magdalena, que siempre me escucha, parece tener este grado intenso de curiosidad o interés o yo qué sé. Odilia siempre está atenta a mis palabras. Las descifra, las analiza… A veces me pide que repita una de ellas, que repita una idea o una frase. Me mira con tanta concentración que me siento extraño. Al despedirme de ella siento como si la abandonara definitivamente, como si la dejara sola en el mundo. Todo esto es muy extraño.
Mayo
Rosa Julia trabaja con el Teatro Libre en Oroonoko, de la escritora inglesa Aphara Behn, dirigida por Clive Barker, interpretando personaje creado por el director para ella: una loca del pueblo.
Hemos ido al estreno, en el teatro Colón. Hemos corrido como locos. Marisol corrió tanto que se cayó en una alcantarilla... A Rosa le dolió más el golpe que a Marisol... no obstante, estaba feliz por Rosa Julia como si fuera ella...
Junio
Por sugerencia de Filemón, asisto a una audición en el Teatro Libre de Bogotá. Dijo que solo debía preparar un texto y pedir una cita con Pablo, de quien me dió el teléfono.
Yo solo hice lo que me indicó.
Al llegar a la sede de Chapinero, solo estamos Nicolás Montero, de la Universidad de los Andes, y yo. Estoy temblando. Quisiera hacerme una carrera como actor, pero no lo creo nada fácil.
Entro a una sala grande donde solo se encuentra Pablo con una cámara. Yo repito los parlamentos del último acto de Sopa de pollo con cebada. Espero que dé una buena impresión.
21 de agosto
Fiesta de Cumpleaños.
Tengo 19 años.
Vienen los de La Tramoya.
Agosto
En El jardín de los cerezos de Anton Chejov, obra dirigida por el profesor Jorge XX, de la Universidad XXX, presentada en el Teatro Libre, Rosa Julia hace el papel de una maga y maestra que hábilmente saca objetos de sus mangas y hace sus argucias. Para ello acudió a la ayuda de un profesor de magia, mago y ventrílocuo, de apellido Moreno, quien le enseñó todos los trucos del oficio: desde sacar objetos de la nada hasta manejar el naipe a su antojo.
Manizales, 11 de Septiembre. Hotel Heidi.
VIII Festival de teatro de Manizales - antiguamente Festival "universitario". A pesar de las expectativas creadas en torno a Sopa de pollo con cebada, no fuimos invitados, esto es, no tuvimos el reconocimiento necesario por parte de las directivas del festival para la asistencia. Otros grupos de teatro (como el de la Universidad de Los Andes, por ejemplo), sin mayor experiencia teatral, con un montaje elemental y novato fueron invitados. Una decepción.
No obstante, algunos del grupo, por su cuenta y riesgo, nos ingeniamos la forma de venir al festival. Con nuestros propios recursos. Nos pusimos como punto de encuentro la Plaza principal de la ciudad, donde al final de la jornada teatral se organiza una fiesta cada noche. Aquí, en medio del desorden, nos encontramos.
12 de septiembre
Cosa curiosa: venimos para ver, entre otros, al Teatro Libre de Bogotá (TLB) con Las arenas tristes, escrita por Eduardo Camacho, hermano de Ricardo, el director. Para mí, un montaje soso. Demasiado solemne, demasiado anacrónico… Creo que falta una apropiación contemporánea de José Asunción Silva.
Luego, de nuevo, a la plaza. La rumba no se detiene. Estamos frente a la catedral (a la que simbólicamente le falta una torre), con una botellita de aguardiente. Hay tanta gente que apenas podemos encontrarnos con los conocidos. Solo María Teresa reconoció a un trompetista amigo suyo y se ha ido con él. Luego fue Giovana la que se encontró con algún amigo por ahí.
Al final, volvemos Marisol y yo al Heidi. Nos tomamos el último trago hablando de todo.
Poco de teatro, en realidad.
Nos quedamos hasta la madrugada.
En este hotel Heidi, que no tiene nada de infantil y, al contrario, parece hasta peligroso, Marisol, Giovana y yo bebemos aguardiente, hablamos mucho y, al final, dormimos en la misma habitación; una habitación espaciosa que encontramos milagrosamente. Tiene un piso de madera acogedor, donde nos sentamos a charlar, y dos grandes balcones de hierro que dan hacia una de las calles principales de la zona de tolerancia de la ciudad. Cuando nos asomamos nos sentimos en la verdadera ciudad.
La vida teatral de la ciudad supone ligereza, aventura, pasión…
13 de septiembre
Desde el parque Los Fundadores vemos el amanecer rojo.
Giovana y yo nos metemos en una de las fuentes de la ciudad.
Veo Encuentro de zorros, del grupo Yuyachkani, de Perú, dirigida por Miguel Rubio, sobre la novela de José María Arguedas, El zorro de arriba y el zorro de abajo. Me gustó el ambiente simbólico.
…
En la noche, nos encontramos con Julia en una de las tabernas de la plaza principal. Ella discute con Pablo respecto al teatro. Para mí es un gusto verlos a los dos juntos. Parecen una pareja de nuevo.
Pablo insiste en la necesidad de dotar al teatro de un lenguaje experimental. Insiste en el carácter interdisciplinario que debe tener toda puesta en escena. Él cree que el teatro contemporáneo debe conjugar todos los lenguajes, y que en realidad este es el único género que puede alcanzar tal carácter interdisciplinario; y, aún más, debe poseerlo para su propia sobrevivencia como género. Por su parte Julia considera que al teatro se lo está robando el espectáculo y, concretamente, el circo. Reconociendo la audacia y el valor de estos montajes "modernos", cree que allí el verdadero teatro, la verdadera naturaleza del hecho dramático, se pierde. Ella defiende el sincretismo del teatro, pero aboga por la presencia real de un contenido; se rebela al teatro como puro referente y defiende un teatro de contenidos. No es muy clara al respecto, pero trata de identificar el teatro con un signo, un signo que no sea solo valor comunicativo, sino representación de un contenido preexistente. Dice esto por cuanto, como un signo, además de que en realidad el teatro tiene que tomar elementos de la danza, del espectáculo, del café-concierto o aún del circo, es necesario asegurarle no obstante una "profundidad" discursiva que permita su existencia. Por ahora, dice, el teatro se pierde en las luces y lentejuelas y ha abandonado su carácter esencial; su condición de género que indaga en un contenido humano. En esto, para ella, radica aquella profundidad de la que habla. Para ella el drama, más que ningún otro género, debe indagar en el problema humano, en el problema de la cultura. Frente a la posición estética de Pablo, que propugna por un teatro que acuda a otras formas artísticas como la danza, el circo o aún el espectáculo en su gran magnitud visual, Julia aboga por un teatro que no puede en última instancia prescindir de la palabra. Aunque Pablo se le opusiera, y luego algunos del grupo del grupo atacaran su tradicionalismo, Julia insiste en el valor ineludible del lenguaje verbal para el teatro sobre otros “lenguajes”. Aunado a los demás elementos, dice, podía constituir una verdadera síntesis de una cultura humana, pero siempre con una preeminencia discursiva. En este sentido considera el tan exaltado carácter sincrético atribuido al teatro: en su capacidad de reunir las diferente expresiones de la cultura, incluida la verbal, para acceder profundamente a ese problema humano de una forma que mucho tenía que ver con la ideología y con la crítica del teatro a las ideologías.
Por mi parte, dije que con el naturalismo se desconocen otros lenguajes. Quedan por fuera otras experiencias, otros aspectos diferentes a la propia realidad, y de esta manera se presenta la realidad como una y hegemónica, circunstancia que se debe superar; así, aquellos elementos atinentes al desarrollo de la imagen artística o de la música, la danza y la expresión corporal; los efectos visuales, de sonido, de escenografía, etc., pueden ser también lecturas del mundo. Y en este sentido jamás estaban presentes en el teatro naturalista tradicional y deben confluir en un montaje de teatro moderno... La anécdota, la simple historia lineal, la representación mimética de la vida resultan demasiado autómatas.
Septiembre
Hoy he vuelto a ver a Odilia. Me ha preguntado, como si nada, dónde me había metido. Lo curioso es que es ella la que “desapareció del mapa”. Ella sonríe cuando digo esto. Dice que tiene mucho qué contarme, que si quiero un café. Yo le digo que sí y vamos a la cafetería que a media mañana está casi vacía.
Me habla de sus experiencias extrasensoriales, de su abandono del cuerpo… Dice que en una de estas situaciones me visitó. lo más increíble de todo es que describe perfectamente mi habitación. Pienso que, aunque puede resultar obvio advertir que tiene uno en su habitación, ella describe la mía con detalles. Dice que tengo afiches de teatro en la pared, que tengo una mesa antigua donde estudio… Esto último me sorprende de veras. En efecto, siempre estudio en la mesa de la bisabuela que he rescatado del olvido: la he lijado y pintado y la he puesto en el lugar más importante del espacio, justo en frente de la ventana. Cuando estudio, como ella dice, “puedo ver el cielo”. Su precisión es increíble.
Por mi parte, le cuento que he encontrado un libro sobre hipnotismo y cosas de esas en el baúl antiguo de mi casa, que era de mi abuelo, Luis Enrique Quintero, y que me gustaría mostrárselo. Ella apenas se interesa por el asunto. Se va. Dice que pronto volveremos a vernos.
Septiembre
Contra todas las previsiones, Rosa Julia fue incluida en el reparto de la comedia El farsante más grande del mundo, obra de John Millington Synge, bajo la dirección de Ricardo Camacho y Germán Moure. El personaje principal, Christy, es interpretado por Fernando Pautt. Este montaje es el resultado de un laboratorio de teatro realizado con una selección de jóvenes estudiantes de la Escuela Nacional de Arte Dramático, ENAD, y de grupos universitarios de teatro. Aquí ha obtenido el papel de Susan Brady.
El Flaco Solórzano también ha sido incluido en este montaje, pero no sé en qué papel. Mi contacto con él no es tan estrecho como con Julia. Aunque mantenemos una relación cordial, e incluso he ido algunas veces a su casa de la Calle Agonía, en La Candelaria, con los del grupo, tenemos muy poco contacto. Él de Comunicación Social como Rosa Julia y Filemón, pero me resulta distante, e incluso creo que es distante del grupo. Hace parte del combo de Sopa de pollo con cebada, pero no más. No está tan unido a nosotros. Supongo que sus intereses van más por la televisión, con Dago, que es su amigo y además también vive en la casa de la Calle Agonía.
Septiembre
Hemos comenzado a hablar de La Tramoya. Todos estamos seguros de querer seguir la ruta del teatro profesional.
Miércoles 15 de octubre
Hoy, algunos de los estudiantes de tercer año de Derecho hemos bajado a uno de esos sitios de fiesta que hay cerca de la Universidad. Aunque muchos lo hacen, hasta hoy yo lo he hecho. Bajo con Marisol y, de inmediato, nos unimos con otros del curso que están ahí, celebrado lo que haya que celebrar, sobre todo el próximo Halloween. Bailamos un buen rato al calor de unas cervezas.
Octubre
Nos reunimos una y otra vez para emprender el proyecto de La Tramoya.
Roberto propone un montaje como mecanismo para cohesionarnos e iniciar así nuestra vida profesional.
Octubre
Dago ha registrado Sopa de pollo con cebada. Hicimos toda una función en el teatro de la Universidad con este fin. Él siempre nos ha acompañado, ha hecho notas sobre nuestro trabajo, pero al fin se decidió a grabar la obra en su totalidad.
Octubre
Le he prestado el libro del abuelo a Otilia. Sentí que debía hacerlo, incluso, que lo necesitaba. Ella me prometió que lo cuidaría y me lo devolvería en cuanto lo hubiera leído y tomado notas. Yo tuve a bien contarle al fin una experiencia que tuve hace algún tiempo, una de esas de las que ella habla. Unos días después de la muerte de la madre de mi cuñado Óscar, dos o tres días después, tuve su extraña visita. ¡Cuéntamelo!, me dijo ella con suma atención. Así lo hice.
“Más o menos a las seis de la noche, luego de comer, entro a mi cuarto, que está aún claro por la luz de lo que queda del día. No enciendo la luz, no lo considero necesario. Lo extraño, y acaso la razón por la cual no lo hago, es que siento un profundo olor a rosas, como el olor de las funerarias cuando se visita a una persona fallecida. Es un olor delicioso pero lúgubre. De inmediato tengo la imagen de rosas rojas, de un rojo bordeaux, casi negras. Camino hacia la ventana, como hago siempre, para ver los últimos colores del atardecer a través de la ventana. Entonces, de un momento a otro, me volteo para tenderme sobre la cama y veo que una mujer de mediana estatura, como la mía, entra por la puerta y viene hacia mí. Lentamente se me acerca, me mira, me rodea, pasa por mi espalda y se dirige nuevamente a la puerta. La acción tarda un lapso que considero largo para ser una aparición. Durante ella yo abro los ojos lo más que puedo intentando confirmar lo que sucede y no lo dudo. Es una aparición que me ha visitado.”
Odilia se queda en silencio un buen rato. Luego, habla pausadamente y me explica que, desde que me conoció, siente que yo tengo “capacidades”. ¿Capacidades?, le pregunto. “Sí. Puedes ser un canal. Solo algunos pueden serlo y tú tienes este don”, responde. Yo me quedo lívido. No solo por sus palabras, sino por la forma en que las dice.
De nuevo, como la otra vez, empieza a temblar y a sudar.
Yo siento por un instante que conozco a Odilia de años, que somos familiares o algo así. Ella, como siempre, se despide súbitamente y me deja solo.
Noviembre
Rosa Julia me ha contado lo sucedido con el Teatro Libre. Eso de lo que todo el mundo habla.
El día del estreno El farsante más grande del mundo para la prensa fue el mismo día en que su padre se casaba de nuevo. “Trasnoche preparando la comida de la boda y los detalles del festejo y llegué ebria de dicha y vodka, estómago vacío... no podía actuar... la sala llena de prensa...la asistente de dirección me reemplazo. … En el Teatro Libre enseñan que ni por el funeral de la mamá se puede faltar a una presentación... Además, no drogas, no alcohol en el teatro... Está escrito en los estatutos, pues por los problemas con el tema en los orígenes del grupo, decidieron plasmarlo. ... me aparecí al otro día, avergonzada cual homicida del teatro... llamé a Plata y no sabía qué decir, escribí una carta y la llevé yo misma... aguantando las miradas asesinas de Ricardo Camacho y las burlas de Moure, siempre tan irónico... fui cada noche al teatro, ayudando en lo que fuera a la presentación y al teatro... humilde y agradecida, reconociendo mi falta... Al cabo de unos días, el comité se reunió y dictaminó ante el hecho, mi carta y mi comportamiento posterior a la falta: que debía volver a ocupar mi puesto, y volví entonces al personaje...”
Diciembre
Pasar los últimos días del año en las playas de Córdoba es magnífico. Estoy con Óscar, Carmen y los niños, Óscar y Gerardo. Vamos a la playa, incluso en la noche, y a veces nadamos como Dios nos puso al mundo. Una experiencia sensacional. Nos quedamos en un paraíso de Coveñas. Hay unas casas, “cabañas” las llaman”, de Aerocivil, a las que tienen acceso sus empleados y son la imagen misma de este paraíso. El lugar es tan solitario y tranquilo que podría quedarme aquí toda la vida, nadando, mirando el sol y pensando en todo lo que ha sucedido en mi vida y en todo lo que está por suceder. Siento que el mar me habla, que el sol me acaricia, que pertenezco de verdad a este mundo que solo aquí me resulta fraterno. ¡Cómo quisiera quedarme aquí!
1987
15 de enero
Hoy he ido a ver a Marisol. Me gusta mucho hablar con ella. Siento que esta relación va viento en popa.
Es curiosa la importancia de este nombre, Marisol, en mi vida: Mar y Sol, Marisol, como la Marisol amada del teatro, y Marisol, como esta maravillosa Marisol que estudia conmigo Derecho y que me parece tan interesante.
Hablamos de nuestras vacaciones, de los estudios, del mar de Córdoba, de tantas cosas …
Febrero
Este año somos menos en los salones de Derecho. Muchos han perdido el año, muchos han abandonado la carrera… muchos simplemente dejan de venir… Yo echo de menos a Fabio, quien, contrario a todas las previsiones (era excelente alumno), perdió el año. Frente a todos, corta una a una las páginas del Código Civil, como Margaritas, y va por toda la universidad tirándolas por ahí. Yo lo acompaño. Su gesto me resulta poético.
Martes, 14 de abril de 1987
La Semana Santa es una semana curiosa del año. Normalmente vivo cosas que en el resto del año apenas pienso.
Estos días me he quedado solo en casa. Mi mamá y Ligia se han ido de paseo a la Costa. Aunque me tengo que dedicar a estudiar Pruebas, pues tengo el parcial el lunes de Pascua, también tengo tiempo para hacer lo que me gusta. Corrijo mi novela, hago mucho ejercicio y veo televisión...
En la noche, de nuevo con mi novela.
Ezequiel sigue huyendo. No tengo ni idea hacia dónde va:
“…pensé que allí empezaba la evolución, y que jóvenes con poca comida pero imbuidos de sueños desestabilizaríamos el sistema. No fue así. Muchos murieron en los enfrentamientos. Yo mismo logré huir de una emboscada... El miedo me ayudó a escabullirme, deslizándome en silencio por la tierra, como una culebra. Tenía miedo de ser detenido otra vez. Sabía que sería la última, que ya no habría suerte, que... Pegado a la tierra entendí que tenía que luchar a la segura, sin detenerme, sin mirar atrás. Total: ya no tenía identidad allá en el mundo normal y, por lo demás, en ese mundo ya no tenia función alguna. ¡Ya no creía! Esto no lo aceptaría el sistema ni yo podía vivir en él.”
Me gusta estar solo y trabajar en mi novela.
Miércoles, 15 de abril
Viene Marta Patricia a hacerme compañía. Salimos en la noche como dos buenos amigos: aprovechando su nuevo corte de pelo, ella se disfraza de hombre y caminamos juntos hasta un bar que queda cerca a la Avenida Suba. Bailamos en medio de la pista. Algunas chicas nos miran y sonríen. El cabello rubio, corto, de mi acompañante es la sensación. Da la imagen de un chico extranjero y abrazados parecemos una pareja gay. Pronto se dan cuenta de que somos una pareja.
Jueves 16 de abril
Invitamos a Magdalena. El encuentro como siempre es mágico.
Marta, Magdalena y yo hablamos de todo, bebemos lo que se puede, fumamos, reímos… nos exponemos al sol en el patio... El teatro nos ha acercado de una manera esencial. Aunque Magdalena cada vez está menos comprometida con La Tramoya (sus estudios son “lo importante”), es un hecho que su espíritu hermano sigue acompañándonos. A pesar de su paulatino distanciamiento del teatro, ha sido especialmente entusiasta con la creación del grupo independiente de la Universidad e incluso ha ofrecido su casa de Manrique para nuestras reuniones.
Para Magdalena el teatro es un refugio. Un mundo de magia y diversión. Su punto de vista es completamente hedonista. No quiere intervenir en los antagonismos que se están formando con la idea de fundar un grupo de teatro profesional, La Tramoya; si nos volvemos fundación o seguimos así como así…. Esto le tiene sin cuidado. En este sentido, ha sido sincera con el proyecto. Creo que ella asimila cada vez más el mundo real, nuestra necesidad imperiosa de “ganarnos la vida” con el Derecho. Yo admiro esta capacidad. A mí se me dificulta sobremanera. Ella puede prescindir en un momento dado de lo abstracto, de lo volátil, de aquello “artístico” que yo requiero alrededor permanentemente, como Marisol. Tal vez por esto mismo Magdalena es la actriz más eficaz de todos nosotros: puede asumir cualquier papel sin dificultad, rápidamente; identificarse con cualquier contexto, con cualquier historia, pues todos le parecen prescindibles. Esto corresponde justamente, a su capacidad de hacer lo mismo en la vida.
Cuando le digo que se olvide de estudiar Pruebas, del Derecho, de la Universidad, Magdalena vuelve al código e intenta concentrarse. Lo intenta, mientras Patricia y yo nos divertimos. La cuestión da para más risas. Al final, gana la responsabilidad pero a nuestro modo: grabamos todas las normas del examen con voces impostadas. Así será más fácil aprendérnoslas, dice Marta. Magdalena hace diferentes voces y yo no me quedo atrás. Marta no para de reír. Sin apenas advertirlo, yo me aprendo de memoria lo que vamos leyendo, la confesión, los documentos, los indicios… ¡Qué pesado es todo esto de estudiar cuando uno solo quiere vivir! Mejor hacerlo así, en una parodia.
Cajicá, abril 22 de 1987
Festival Nacional de Teatro.
En la tarde, a las 18:30, se presenta Sopa en esta ciudad que cumple nada menos y nada más que 450 años de existencia y celebra con un festival de teatro su cumpleaños. Nos presentamos como grupo, como La Tramoya, en el Teatro Municipal.
Roberto se ha graduado de abogado, ha abandonado su antiguo cargo de "director" de La Tramoya y nos ha dejado solos, dentro del ambiente de autonomía que habíamos perseguido teóricamente en el pasado. Sabiendo cada uno lo que tiene que hacer, no se requiere ya coacción alguna para hacerlo. Somos como una gran familia, la familia Kan, que, mejor que cualquier familia, tiene identidad de ideales. Amamos el teatro y eso nos hermana.
Mayo
Me encantan las fiestas que surgen así como así, en cualquier lugar, en cualquier circunstancia. Hoy fue en la habitación de Pedro y Giovana, en una “casa de vecindad” de La Candelaria. Viven juntos en ese inmenso cuarto, con dos ventanas que dan a la calle 9a, cerca de la Universidad de La Salle. Marisol y yo vamos a menudo al lugar, en el día, pero en la noche es mágico. Se ve el barrio, las luces de la ciudad… el cielo y Monserrate.
Esta noche la presencia de amigos de Giovana, y en especial, Alberto, resultó muy agradable. Este muchacho me impactó sobremanera. Fue difícil despedirme de él cuando Mari me dijo que debíamos irnos. Hubo una empatía con este chico que me resultó mágica. (Decimos esta palabra con frecuencia. Debe ser porque todo nos resulta así). Ni modo de quedarme pues volver a casa, en la madrugada, es imposible. Marisol, como siempre, me lleva a casa y así se me facilita el transporte. Ni se me ocurre dejarla ir sola en Lorenzo —el carro— a esta hora. Tampoco salir más tarde a buscar cómo irme a casa.
Debe ser increíble vivir en La Candelaria. Algún día lo haré. Entonces, podré quedarme hasta la hora que quiera, de fiesta con los amigos, esperando el amanecer. Ojalá.
Junio
Luego de numerosos proyectos fallidos, como un bar, o su relación con Giovana, que yo creía que iba muy bien, Pedro ha decidido volver a su tierra. “Ya no doy más aquí, Gus”, dijo. Desde el fin de su relación con Giovana, las cosas no han sido fáciles para él, sobre todo en términos económicos. Sin duda, en Barranca obtendrá un trabajo, eso dice, y retomará su vida, la vida para la que se ha preparado. Una vez graduado, debe volver a hacer algo por los suyos; así lo repite.
Al despedirnos, tuve el mismo sentimiento que al despedirme de Jose: una rara sensación de fracaso. Pedro hubiera querido quedarse en Bogotá, con nosotros, con su mundo, con sus proyectos teatrales, con Giovana… “No sabes lo que es Barranca”, me ha dicho muchas veces, como aludiendo a un lugar inhóspito y primario, agreste, peligroso. Me hará muchísima falta. Su amistad ha sido como la de Jose, intensa, sincera.
Junio
Ángela me ha invitado a su casa. Dice que me gustará. Además, podemos darle un repaso a algunos temas de la práctica de penal.
Al llegar, tengo una sorpresa. No es la casa que me esperaba, la de su madre, de quien me ha hablado antes. Es la casa de su tío, Dioscórides Pérez, un pintor que trabaja en la Universidad Nacional. Al parecer, ella está viviendo aquí hace un tiempo. Ella no me lo aclara y tampoco yo quiero preguntárselo.
La casa del pintor queda a las afueras de Bogotá, cerca a Funza, creo. Llegamos en una busetica que tardó mucho en salir de la ciudad.
Cuando sale a recibirnos, el pintor me impacta sobremanera: es imponente, no solo su presencia sino su actitud. Parece muy fuerte e impositivo. Aunque es amable, desde su saludo, un fuerte apretón de manos, todo lo suyo parece una orden. No sé cómo explicarlo. Desde su barba hasta su fuerte contextura atemorizan. Debe tener unos cuarenta años pero parece mayor, sabio, fuerte, más…
La casa del pintor es un lugar maravilloso en medio de la sabana. Tiene un laguito o charca a la entrada. Aunque hace frío, el verdor es magnífico. Adentro, hay un espacio inmenso con pocos muebles y cantidad de cuadros de todas las dimensiones. Imágenes míticas, escenas apocalípticas, figuras orientales… todo eso lo sume a uno en un mundo extraño… un mundo anacrónico y agobiante.
Este tiempo con Ángela ha sido estupendo. Hablamos de muchas cosas, o mejor: habla y yo la escucho. Tiene muchos proyectos para su vida, muchas ilusiones… está enamorada, pero no quiere decirme de quién. En esto es reservada.
Duermo en una pequeña habitación al lado del gran salón de pinturas. Hasta en este espacio hay telas del maestro.
En la madrugada nos damos un paseo por el lugar.
Hay una estela de niebla sobre el agua de la charca y sobre el campo verde.
Julio
Marco Tulio reemplazará a Pedro en el papel de Monty, el que hacía Pedro. Aunque ya no es estudiante de la universidad, este breve papel le permite seguir en contacto con el grupo.
Contamos además con el apoyo de César, El paisa, y Esteban Cabrera, El pastuso, dos nuevos miembros del grupo que se han asimilado pronto a él. Nos asisten en todo lo que tiene que ver con la escenografía, la utilería, los cambios de escenografía y mil cosas más. Todos hacemos un buen grupo, con optimismo y entusiasmo.
Julio
Al fin. Soy estudiante de Filología, mención inglés, de la Universidad Nacional de Colombia. Un sueño hecho realidad. Apenas puedo creer que haya pasado los exámenes de admisión, que haya obtenido el cupo y haya pagado la matrícula para el ingreso. El hecho de que mi mamá sea secretaria de la Caja Nacional de Previsión, es decir, empleada pública, hizo que el valor de $ 1000 por los derechos de matrícula no afectara en nada nuestra economía familiar. Si ya bastante difícil ha sido costear mi carrera de Derecho, obtener el préstamo de la Compañía Central de Seguros, incluido, yo no hubiera tenido mayores recursos para emprender este sueño. Todo confabuló para lograrlo, y lo aprovecharé a todo dar. Siempre quise estudiar en esta universidad, como mi papá, como Jorge, como Lourdes, que bastante me apoyó en esta empresa. Ella siempre ha lamentado no haber terminado Filología. Aunque hizo unos años en la Nacional, el Derecho le ganó la partida en la vida. “Ojalá a usted no le pase lo mismo”, me dice mi adorable hermana.
Julio
Al ingresar a la Universidad, la UN como la llaman, nos hacen exámenes médicos con el fin de declararnos “aptos” para entrar. La cosa me parece extraña, pero la asumimos todos los que queremos entrar a esta universidad, que somos legión.
El campus es magnífico. Y todo gira alrededor de la Plaza del Che. En su centro, me siento en el centro de la humanidad.
Hay afiches, letreros, avisos por todas partes. Yo quiero ir a todas las actividades que se proponen, conocer todos los espacios, ir a todas las películas de cineclubs que se publicitan.
21 de agosto
Veinte años de vida.
Agosto
Rosa Julia insiste en que debemos fundamentar artísticamente el grupo, que no es suficiente con reunirnos una y otra vez con este fin, que debemos sustentar una “propuesta estética”.
Roberto propone que iniciemos el montaje de El Rinoceronte, de Eugène Ionesco. “Solo unidos en un proyecto lograremos sacar adelante La Tramoya”, dice, y tiene toda la razón. Frente a esto, Filemón insiste en que es necesario tener una sede, que podríamos….
Por mi parte, insisto en el tema legal: creo que lo mejor es establecernos como fundación, determinar los estatutos, nuestra responsabilidad…
Todo esto es agotador. Si no fuera tan importante, yo no seguiría entregándole tanto al proyecto de La Tramoya.
Septiembre
Hoy he hablado al fin con la mujer más hermosa de Filología. Se llama A y tiene el mismo apellido mío. Ojalá fuera mi prima. Yo recordé el refrán: “Entre primo y primo, más me arrimo”. Le hice esta broma del primo y sonrió.
Septiembre
Entrevista de trabajo: Magdalena y yo nos presentamos a una convocatoria para monitor del Departamento de Constitucional de la Universidad. Nos reciben tres profesores del área. El propio Carlos Piedrahita nos hace las preguntas. Me sorprende la cercanía que manifiesta respecto de Magdalena. Parece que la conociera de algo o que conociera a su familia o yo qué sé…. está enterado de que ella estudia francés, que se interesa por los idiomas, incluso por el alemán. Por supuesto, el eminente profesor no sabe nada de mí, de que justamente estudio Filología en la Universidad Nacional. Ni siquiera tuve tiempo u oportunidad de informárselo. Supongo que, aparte de que yo me sentí bien en lo que a las preguntas relativas a la materia concierne, será Magdalena la escogida.
10 de octubre de 1987
Hoy, en la mañana, llegó mi hermana Ligia con todas sus cosas en un taxi. Ha abandonado a su marido, Fernando. De más está decir que lo veíamos venir. Ese tipo se merece eso y mucho más. Además de sus maltratos, físicos y psicológicos, la engañaba hacía años, desde antes del matrimonio incluso. Hasta ahora Ligia se ha dado cuenta del asunto y esa fue la gota que desbordó el vaso.
Octubre
Insistimos en fortalecer un grupo profesional: La Tramoya, con distribución de responsabilidades y todo.
Los ensayos que antes fueran de tres horas tres días a la semana pasan a ser cada dos días y con una intensidad de cuatro horas, la preparación para las funciones, que antes fuera de una hora, debía ser ahora mínimo de dos así como el calentamiento físico y vocal que se incrementó en un cien por ciento; además de que debía responder ese calentamiento a ciertas técnicas preestablecidas por la "doctrina dramatúrgica".
Septiembre
Un taller con los de la Universidad Nacional, Pablo y Jairo. Muy exigente. Ellos nos han citado en uno de los grandes salones de la facultad de Artes de la Universidad Nacional. Yo he tenido una sensación extraña: por una parte, La Tramoya me vinculaba con el Externado, por otra, en la UN me siento en casa.
Septiembre
¡Increíble! ¡Como grupo independiente La Tramoya, obtuvimos nuestro primer contrato!
Gracias a Fernando Solórzano recibimos una invitación por parte de la Compañía Exportadora de Banano de Urabá. Presentaremos Sopa de pollo con cebada en ese lugar. Nos dan gastos de estadía, de comida, pasajes, etc., y nos pagarán algo de lo obtenido en las funciones.
El contrato solo cobija a los actores que toman parte en la obra, razón por la cual ni Pablo ni Jairo nos acompañarán.
Septiembre
Los talleres con Pablo y Jairo me encantan. Su exigencia es encomiable. Dicen que ser actor es parte de un trabajo integral que va desde adentro hacia afuera. Ellos mismos encarnan esta idea puesto que, además de que tienen un “espíritu artístico”, como dice Rosa Julia, y como diría Jose, tienen una disciplina feroz. Por nuestra parte, nos esforzamos.
Octubre
Crónica de Apartadó.
Fueron tantas las actividades que quiero hacer una gran reseña del hecho.
Apartadó es una población de la punta costera del Departamento de Antioquia, al norte del país. A pesar de encontrarse cerca al golfo de Urabá, y con un gran potencial de riqueza económica, el lugar respira violencia. Como en muchos sitios de Colombia, esta violencia ha sustituido todo atractivo por un sentimiento: el miedo. El miedo implícito de los pobladores que se transmite a los visitantes. Miedo a todas las fuerzas que amenazan la simple vida. Miedo también a la vida misma... Allí, a pesar de nuestros guías, estrictos y programados, que hicieron lo posible por mantenernos al margen de la situación, pudimos percibir las tensiones existentes entre las diferentes fuerzas, entre estamentos sociales.
Por nuestra parte, percibimos el lado los propietarios de las fincas bananeras. Estos son en su mayoría hábiles comerciantes que llegaron a Urabá atraídos por el negocio (uno de ellos fue el nos invitó). Por otro lado, están los obreros de los sindicatos, aguerridos y bastante políticos, que no pierden oportunidad para acercársenos y plantearnos los problemas nacionales más difíciles a fin de saber lo que nosotros, como estudiantes de la capital, pensábamos.
En primer lugar, presentamos Sopa de pollo con cebada en el club para las familias de los propietarios y para algunos colegios de la región.
Luego, la función fue en un inmenso teatro, en realidad un cine, a donde las familias llevaron niños como a un circo y los colegios programaron su salida. Nos dimos cuenta, entonces, de que lo que esperaban era teatro de diversión. Todos en el pueblo consideraban el teatro como circo, y literalmente, a un circo se dirigieron.
Una vez frente a la función, todo fue risas. Demasiado garcíamarquiano para creerlo. Sopa de pollo con cebada no puede ser graciosa, pero todos le encontraron “el lado” y la cosa no era del todo absurda. Los abrigos de paño, las bufandas o el parlamento de Ronnie que dice "¡Esta pieza está fría como una heladera!", a más de treinta grados centígrados, en pleno trópico, era para risas. Lo más surrealista del asunto, sin embargo, es que incluso nosotros descubrimos elementos graciosos en la obra: las peleas de los protagonistas, las consignas políticas, los juegos e ironías entre los antagonistas, la tragedia ideológica. En las funciones el público quería reírse y se reía por todo. Aún sin razón. Incluso en la sexta escena no faltaron las risas: cuando Sara cuenta a Bessie y a Monty sus penas con Harry, cuando se queja del escepticismo político y habla del destino de Ronnie, cocinero en París. El conflicto político de la pos-guerra europea parecía gracioso en un lugar afectado por problemas muy diferentes.
A pesar de todo, creo que hubo solidaridad de los espectadores tropicales con Sara, con Ronnie y con el Harry ya impedido de la última escena. Más que por el contenido ideológico de sus discursos, por la dimensión humana que representaban. Se podría afirmar incluso que, dada la recepción de la obra, existen elementos comunes entre la cultura londinense y la cultura de Apartadó. Elementos que hacen la obra vigente allí.
Y lo mejor vendría luego.
Sopa de pollo con cebada tendría público sindicalista y obrero de la zona bananera colombiana. En este medio, esperábamos la reacción ante la bandera roja, los discursos políticos que incluyen palabras como "barricadas", "comunismo" y la consigna como "¡No pasarán!", todo esto de lo que está llena la pieza. La función nos tenía en ascuas. Sabíamos que la obra podría generar diferentes respuestas, que acaso generaría reacción popular, que ... en conclusión, no pasaría desapercibida.
No obstante, una vez organizado todo, los organizadores del evento se debieron haber dado cuenta de que la obra no tenía nada de espectáculo. Entonces, se presentaron “inconvenientes técnicos”. Aparentemente obedecieron al simple azar pero no pudimos menos que atribuírselos a ellos. Una vez montada la escenografía, organizada la función, preparados los artistas, tuvo a bien irse la luz del auditorio. Esperamos una hora o dos a que volviera, pero las pocas personas reunidas en el auditorio se fueron marchando. Se canceló la función.
Al día siguiente, como para reivindicarnos con nosotros mismos, organizamos dos sketchs políticos. Uno sobre el texto de Jairo Aníbal Niño, El Monte Calvo, a cargo de Filemón.
Estos sketchs tuvieron gran acogida. Tanto que, al terminar la función la banda del pueblo tocó su repertorio y se organizó un desfile encabezado por los teatreros.
Entre tambores, gaitas y platillos avanzamos hasta la iglesia y luego todos nos siguieron al hotel, donde la cosa terminó en una fiesta popular, con pólvora, trago y baile. Todos participando efusivamente.
Para culminar nuestra estancia, fuimos invitados al club del pueblo. Allí terminaba la "gira" y todo iba por cuenta de los patrocinadores. Una tarde maravillosa. En medio de chistes relativos a las funciones, de juegos en la piscina, de conversaciones acerca de todo, observamos el bello atardecer al calor del trópico. Al final, en la piscina del hotel, solo quedamos Giovanna, Julia y yo.
Octubre
Ha vuelto al grupo Roberto Peñaranda, y lo hace con propósitos anacrónicos de reforma de la obra. Quiere retomar su papel de director y, aún más, hacerlo de una manera tradicional, tal como ha aprendido de Jorge Plata y del Teatro Libre de Bogotá. Quiere ser un "Director" omnisciente, omnisapiente, omnipotente y todos los "omnis" posibles. Sobre la base de la disciplina que estamos adquiriendo como compañía teatral, se esmera por organizar ensayos, remontar escenas, hacer algunos cambios en los textos y todo lo demás.
Noviembre
Julia se queja de que quien quiera dedicarse al arte debe ser, en el mejor de los casos, un rentista, un heredero o simplemente un mantenido. “Son pocos los casos en que un artista vive de su trabajo.” Ella quisiera vivir del teatro.
Noviembre
Lo de fundar el grupo La Tramoya ha generado los más inesperado efectos: por una parte, nos reúne en el proyecto y nos da una solidaridad impensable antes; por otra, ha generado un nivel de enfrentamiento entre nosotros que a veces resulta intolerable. Cada uno quiere imponer su visión del asunto y ceder poco frente a la de los otros. Unos insisten en el trabajo artístico y otros en la fundamentación práctica del proyecto, en obligaciones, en estatutos….
Noviembre
Muchísimas reuniones. Queremos fortalecer el grupo, desde el punto de vista administrativo, por decirlo de alguna manera, y perseverar en nuestro propósito de hacernos profesionales del teatro.
Filemón habla de la posibilidad de comprar un edificio en La Candelaria. Todos nos asombramos. Eso nos parece imposible. “El sindicato de loteros está interesado en vender uno de la primera con cuarta, cerca de la universidad. Esto nos conviene mucho”, dice. No obstante, creo que ninguno tendría un real para eso. “Si no lo compramos, podemos alquilarlo”, concluye mirando nuestras caras. “Yo creo que es el momento para esto: tener una sede asegurará la pervivencia de La Tramoya.”
Noviembre
En la reunión de hoy, hemos acordado que todos debemos ser “embajadores” del grupo, es decir, en plata blanca, que cada uno de nosotros busque recursos o actividades. En esto no todos están entusiasmados. De hecho, decimos que no podemos seguir con Sopa de pollo con cebada, que algunos no pueden seguir, que no tienen tiempo, que… Incluso dicen que lo del grupo de teatro es un sueño irrealizable.
Noviembre 1987
Crónica de Duitama
Gracias a las gestiones administrativas de Filemón, nos llegó otra invitación: de la Universidad de Duitama. Aunque en principio la mayoría de los integrantes no quería ir dados los innumerables problemas que han surgido entre nosotros, nos pusimos de acuerdo para hacerlo con la intención de darle digna sepultura a aquella que ha sido nuestra bandera de batalla: Sopa de pollo con cebada. Por votación decidimos que, en efecto, esta es la última gira, la última presentación de Sopa de pollo con cebada. Esta noche hemos decidido, por votación, que la función representada es la última como grupo universitario y como grupo alguno. Queremos morir dignamente, respetar el teatro, el arte, y ante todo no seguir como simple teatro universitario, superficial y mediocre. Hasta este punto nos han llevado las diferencias.
Por tres días, recobramos la solidaridad antigua entre nosotros; los vínculos que se habían desdibujado se reafirmaron. Recordamos viejos tiempos, bebimos, bailamos, jugamos como hacía tiempo no lo habíamos hecho, y supimos que algo muy importante nos unía. Algo que no podríamos olvidar jamás.
Después de la última representación, nos reunimos en la habitación de Rosa Julia para oír música, bailar y celebrar el acontecimiento.
La fiesta de esta noche era a la vez una despedida y un encuentro. Bailando al ritmo del reggae, no olvidábamos ese particular hecho.
Es ésta la última noche de un sueño. Y como al final de un sueño, tenemos consciencia de que nos encontramos próximos a despertar y empezar a vivir la vigilia de una vida real. Olvidarnos del teatro y empezar a vivir la realidad. Debemos aprovechar lo que resta de ese sueño... sentirlo hasta en sus últimos destellos. Es la consigna implícita.
En el baño, Julia está presta a darse una ducha con agua hirviente. Poco a poco ella introduce sus pies, sus manos, sus brazos para comprobar la altísima temperatura. El baño queda vaporizado y la pierdo de vista. Solo se oye como se interrumpe el chorro y ella que emite un grito. Yo no sé si de dolor por el quemón, de burla o bien, de histeria. El cansancio del día, el licor y su energía; todo esto que le impide preocuparse por lo que llama "efectos secundarios"... Roberto intenta detenerla. A mí me parece que su juego es más amenaza que intención efectiva. Poco a poco en el baño ya no se advierte nada. Como si se hubiera quedado dormida.
En la habitación ocurren demasiadas cosas como para intentar detener su flujo en un simple foco de atención.
¡Cómo intentar detener la profusión por un particular! Yo no lo intento...
Algunos cantan, otros bailan al ritmo de la música, otros beben, otros fuman... Todos festejan. Una función como cualquiera otra, pero con un ingrediente: es la última de nuestra historia teatral. Tenemos todos (todo el grupo de teatro Tramoya), una sensación de fin y, por lo tanto, de despedida que es necesario amainar con la alegría de la propia celebración.
Nuestra vida de aquí en adelante, nuestra relación futura con el teatro, todas esas cosas son demasiado importantes para definirlas en una sola noche. Mucho menos queríamos dejar pasar la fiesta en que se había convertido la despedida. Porque era ante todo una despedida y por tanto una última vez, y pretendíamos aprovecharla en todo su esplendor. Asimilarlo todo allí. Como una noche artística.
Roberto se quedó en el baño con Julia. Supongo que intentando hacerla desistir de su intención seudo-suicida... En las camas, cada uno consigue un lugar. Algunos bailan sobre ellas, como yo, y fuman o bebían. Yo, rítmicamente, los observo. Quiero bailar, y, al mismo tiempo, grabar cada una de las actitudes de mis "camaradas". Sus rostros, sus cuerpos, sus manos, sus voces. Acaso nunca los vuelva a ver, o por lo menos que nunca así como los veo hoy: felices y transparentes. Quiero retenerlos en mi mente, hacer sus retratos, con lo mejor de sí, lo más distintivo de cada uno, y en un instante poético...
Magdalena observa aún más. Acurrucada, protegida con un gabán negro, con un sombrero antiguo, de velo y flores, miraba. Como descubridora. Es como una imagen extraña de otra dimensión. Es una imagen oscura, atemporal y, en cierto modo, fiscalizadora. Es como la última mirada. Permanece mirando, consciente, expectante, siempre al margen. Ni siquiera sigue el ritmo de la música. Parece estupefacta ante el desorden. Reflexiona sobre lo que ocurre frente a ella: a Marta Patricia, a Giovanna, a Marisol y los demás "tramoyistas" que juegan, saltan, ríen, lanzando de un lado a otro las almohadas, los colchones, las frazadas, y, según la propia Magdalena diría luego "...todo lo que poseyera aptitud de volar". Y todos reíamos...
Magdalena puede ver más que otros. Puede interiorizar más que otros. De alguna manera pienso que mi percepción de esos otros ha estado siempre mediada por sus ojos avizores. Por su capacidad de ver poéticamente a quien ama...
Julia gritó, y de nuevo todos corrimos al baño a averiguar sobre su suerte. Sin embargo, a pesar del escándalo, allí las cosas seguían igual: Julia no se decidía a meterse a la ducha pero tampoco a salir del baño. Se empecinaba en ver caer el agua hirviente y aún comprobar su temperatura. Quemarse acaso. El baño, por tanto, estaba aún más opaco que antes por el vapor, y solo por los lamentos de ella colegíamos sus acciones. Roberto, vestido todavía, busca sacar a Julia del cuarto y convencerla de tomar una copa con él. Pero no lo logra. Julia se rehusa sin más.
Noviembre
Ángela me ha dejado La oveja negra y demás fábulas de Augusto Monterroso, con ilustraciones de Felipe Ehrenberg, un hermoso libro de la editorial Nueva Nicaragua. La primera edición fue de 1969, en México. Esta es de hace solo dos años, de 1985.
Refiriéndose a este libro, García Márquez escribió: "Este libro hay que leerlo manos arriba: su peligrosidad se funda en la sabiduría solapada y la belleza mortífera de la falta de seriedad".
11 de diciembre
Matrimonio de mi hermana Fanny.
Después de “tantas vueltas”, decimos, decidió de forma súbita que se iba a casar, y nada menos que con “‘¡un Santaella!”, dice mi madre. Aunque no sé lo que esconde exactamente esta última manifestación, puedo colegir que el matrimonio en sí mismo es una especie de retorno a nuestros orígenes, con lo bueno y malo que esto pueda tener. Los Santaella son de Pamplona y tienen su reputación allá. Sin duda, el novio habrá pensado lo mismo de nosotros, de la familia Forero, y por eso haya buscado el enlace. El tiempo dirá si ers conveniente.
Las casualidades de la vida. En medio de la fiesta, Lourdes y yo nos damos cuenta de que en el primer piso del Club de Abogados, donde se celebra el acontecimiento, se celebra también el matrimonio de X. Arciniegas, otro de los admiradores de nuestra hermana Fanny. Uno importante en su vida. Mi hermana y yo hacemos lo posible para que ella no se entere. No sería muy grato para ella saberlo. Luego de lo sucedido con su fallido viaje a Estados Unidos, su matrimonio con A. Santaella se concretó tan rápido que apenas hubo tiempo para preparar las cosas: volver a casa, planear la recepción… Coincidir en la misma fecha y lugar con Arciniegas no la hubiera dejado indiferente. Él hubiera podido estar en el lugar de su actual esposo.
Diciembre
Tarazona, que ha hecho la gestión, Marisol, Lilián, Giovana y yo empezamos a trabajar en Star-co, un centro comercial de la Avenida 15 con Pepe Sierra, al Norte de la ciudad. Otro contrato como Fundación Teatro Tramoya, proyecto en que, a pesar de todo, seguimos comprometidos. “Hoy y todos los días de la Novena. Pesebre en vivo (Teatro La Tramoya). Dulces, sorpresas… (Plazoleta central, 7 pm. Parqueadero gratis para compradores”, dice la tarjeta de invitación.
En la mañana, nos vestimos de Papá Noel y distribuimos publicidad del almacén; luego, en una segunda franja de la jornada, rezamos la novena de aguinaldos y la representamos en un pesebre que hemos montado como coreografía. Hace años hacemos esto en casa y, a excepción de Tarazona que no se la sabe, todos sabemos el texto de memoria. Así pues, nos disfrazamos con vestuario del grupo y todo sale adelante. Yo soy el narrador. Tenemos un muñeco grande que hace de Niño Dios. El montaje tiene mucho éxito. Cada noche llegan más personas al centro.
20 de diciembre de 1987
Marisol me ha llamado por teléfono. Me ha prevenido que debo sentarme o “buscar una silla pues debe darme una noticia muy fuerte”. Solo dice dos frases: “Jose ha tenido un accidente en Pasto. Iba en la moto y se estrelló contra un muro”.
En un instante, como una ráfaga, mi cabeza se llena de imágenes de mi entrañable amigo: los paseos al Neusa, las noches bohemias en La Candelaria, las interminables discusiones políticas, las noches de princesas, las fiestas, los bailes… incluso su fugaz relación con Marisol… Todo son momentos entrañables; entrañables y extremos… Recuerdo, sobre todo, los conatos de suicidio… Su afán por franquear los límites.
¿Puede la vida brillar tanto cuando quiere ser eliminada? ¿Puede el ansia de vida llevarnos a terminar con ella? Con su proceder, Jose me demuestra los límites de la pasión, las fronteras del sinsentido, el poder de los excesos o el dolor de las decepciones… todo eso que, a pesar de todo, constituye la vida y debemos tomar con beneficio de inventario.
Hoy solo quiero que lo mejor de Jose se quede conmigo, siempre.