Institución Educativa Presbítero Juan Carlos Calderón Quintero de San José de Cúcuta, Norte de Santander-Colombia

En reconocimiento a la labor realizada por el padre Juan Carlos Calderón Quintero (1958-2022) para el mejoramiento de la institución Educativa, antes Colegio Mariano Ospina Rodríguez, se dispuso el cambio de su nombre por resolución 00392 del 3 de febrero de 2023 de la Secretaría de Educación de San José de Cúcuta.

Un honor para mi querido primo, hijo de Zoraida Quintero, hermana de mi madre Zaida Margarita Quintero de Forero.

Este reconocimiento puede asemejarse a aquel que le dieron en su día (resolución No. 881 de noviembre 21 de 1973 ordenanza departamental) a Teodoro Gutiérrez Calderón nombrando el colegio homónimo de San Cayetano, población del departamento de Norte de Santander-Colombia. El tío de mi madre y de Zoraída Quintero, madre del padre Juan Carlos Calderón Quintero, también impulsó la educación en la región y entregó su vida para que los niños nortesantandereanos tuvieran un mejor futuro.

Fotografía del poeta Teodoro Gutiérrez Calderón con profesores y discípulos extraída del libro de Ballen Spanochia, Cristina. Teodoro Gutiérrez Calderón poeta y educador: su vida y su obra. Cúcuta, 1996.


"Reconocimiento y exaltación" a la obra de Jorge Forero Quintero

Justo reconocimiento del Instituto de Cultura y Turismo de Pamplona- Colombia a la labor literaria de mi hermano Jorge Forero Quintero, autor del libro de relatos "Historias entre el amor y la guerra" (2003), la novela "El tesoro" (2016) y "Cuentos íntimos" (2022, Premio Piélago Editores).

Estupendo que la ciudad nortesantandeana reconozca el trabajo literario e impulse así la cultura.

¡Felicitaciones!


Presentación de "Los hilos invisibles" de Pepe Payá: una invitación al lector/espejo

El jueves 17 de noviembre de 2022, a las 19:00 horas en la librería 80 MUNDOS, se presentó la nueva novela, "Los hilos invisibles", de Pepe Payá. Yo tuve el gusto de conversar con el escritor en este espacio.

Aunque en la “Advertencia” preliminar de Los hilos invisibles o Séver La/Al revés (Madrid, Tierra Trivium: 2022) de José Payá Beltrán (Biar-Alicante, 1970) se establezca que el lector debe “elegir una de las dos opciones”, “Formato ortodoxo” con orden cronológico o “Formato Experimental, enrevesado”, creo que en realidad los dos formatos de “la misma novela”, las “dos versiones de la novela”, son sus dos partes. Esto obedece sin duda a su tema: la identidad y al desarrollo de la relación de causa efecto que le sirve de estructura. En la novela, la relatividad de los nombres —hay muchos más elementos en este sentido— permitiría pensar en que no hay seguridad de quién es quién y solo al conocer las dos opciones, de principio a fin o de fin a principio, el lector podría acercarse a una respuesta. Lourdes, el personaje en quien se sintetiza ese tema, expresa claramente el problema a propósito del asesino de su abuelo: “Desconocían su nombre. No era nadie. No llevaba consigo ningún documento que pudiera arrojar algo de luz sobre su identidad o los motivos que lo habían impulsado a obrar tal y como lo hizo. Como si no existiera” (118 dice este personaje, nieta de su presunto abuelo, Ricardo Arce Eslava).

Ese tema de la identidad se desarrolla a partir de una peculiar consciencia del escritor del principio de la causalidad en la novela de crímenes. De aquí el valor de los epígrafes. El primero, de Ian Mcewan, novelista británico, que alude al comienzo de una novela como artificio; el segundo, del periodista y escritor italiano -nacido en cuba, Italo Calvino, que habla de multitud de causas en cualquier hecho; y el tercero, de Friedrich Dûrrenmatt, pintor suizo y escritor de teatro y novelas policiacas, sobre el peso incalculable del azar en cualquier caso, lo que resulta ilimitable.

Justamente, para el crítico literario Siegfried Kracauer (en La novela Detectivesca, de 1922), en esta clase de novela el detective personifica la ratio moderna, el orden, que es en realidad un “Espejo deformante” de la realidad. Según él, este género (sobre todo, en la vertiente anglosajona) es el resultado más sofisticado de un “ascetismo intramundano”, lo que quiere decir que posee un “rasgo puritano” en virtud del cual “se reduce la importancia del mundo y lo traslada por completo a la cosa”. En la novela de este género se supone el mundo como aquel creado a partir de la ratio ilustrada y no como una parte suya forjada a través de la supuesta relación de causa efecto. Por esta razón, para él, esta es solo un producto ficticio de la mente humana que intenta convencer de su verdad.

En Los hilos invisibles o Séver La/Al revés, una somera investigación, que cumple a medias un agente de policía, esconde un contrapunto entre dos años que determinan la división misma de sus tres partes: 1947/1995/1947. La base fundamental de la posguerra, con la perspectiva del conjunto de movimientos guerrilleros llamados Maquis, es decir, los grupos de resistencia a la dictadura tras la Guerra Civil, sirve para recrear la historia de exiliados que vienen y van de España a Francia y, si pueden, de retorno, de Francia a España. Tal perspectiva, establece la relatividad del mundo que se presenta artificialmente como objetivo, y, para el caso, por ejemplo, un pasado confuso que demuestra la falibilidad de la memoria histórica.

Aunque con la liberación de París el régimen de Vichy fuese declarado «ilegítimo, nulo y sin efecto» (illégitime, nul et non avenu) por el general De Gaulle, “Ya no nos quieren en este país, camarada” (30), dice el Viejo, líder comunista exiliado en el país galo, quien representa una de las causas de la narración. Desde su punto de vista, las distintas fuerzas políticas han tomado un peculiar sentido: “Los yanquis odian a los soviéticos. Franco se pirra por matar cada día una docena de rojos. Ergo, los yanquis y el enano son aliados” (31). La causalidad misma de la lógica está en entredicho. En tal contexto, ocurre, además, algo infame: en el seno de la izquierda se presentan traiciones, delaciones, espionajes y torturas, al punto que uno de las víctimas sintetiza su propia condición en medio de dos fuegos, el enemigo y el propio: “Sois dos los traidores de mierda” (19).

La elección de esta perspectiva de la historia, con peculiares causas y efectos, tiene en la novela el tratamiento de ese espejo deformante al que se refería Kracauer, pues establece un mundo acabado derivado del pensamiento; más aún si se tiene en cuenta el símbolo del espejo que sirve de base y que se desarrolla con las dos partes de “la misma novela” enfrentadas, lo que se sugiere desde el propio título. La elección del principio o el final (de una u otra manera en que se lea el libro) de la tortura, las causas lógicas y determinadas que llevan la historia hasta ese punto límite describen su carácter policíaco (en la perspectiva clásica) y por ende la evasión deliberada del infinito, del azar, y de un sinnúmero de otras posibles causas del crimen, lo que demuestra la adscripción parcial del escritor a ese modelo de la ratio. Una ratio que en la novela puede vincularse con una ideología.

Por lo anterior puede advertirse que, como en la novela anglosajona, hasta cierto punto en Los hilos invisibles o Séver La/Al revés persiste el rasgo puritano de considerar el mundo racional como el mundo en perjuicio de la profusión que caracteriza la literatura contemporánea. El dominio del formato y de la tensión en torno al principio de la causalidad base la novela constituye su excelencia. El formato experimental no lo es tanto y constituye en realidad una segunda parte clásica que ayuda a construir el sentido causal de la novela. Así, ver las cosas “al derecho” y “al revés” constituye una forma de efecto/reflejo donde el lector cumple la peculiar labor de sostén del espejo.

"Exilio y literatura" en el festival de novela negra Córdoba Mata

Este es el registro de la Videoconferencia sobre "Literatura y exilio" realizada en el marco del festival de novela negra “Córdoba Mata” (espacio de la la Feria del Libro Córdoba). Fue un gusto compartir este espacio con Néstor Ponce y Fernando Reati, con la coordinación de Amandine Guillard. Incluye unas palabras del escritor y editor Amir Valle. Gracias a Fernando Lopez por su invitación y larga vida al festival. “Exilio y Literatura”.

Coordina: Amandine Guillard

Participan: Néstor Ponce, Gustavo Forero y Fernando Reati

LUGAR: Casona Municipal (Av. General Paz y La Rioja)

FECHA Y HORA: Viernes 30 de septiembre - 20:30 hs.

#FLC2022

"En conversación con Gustavo Forero: escritor colombiano"

"En conversación con Gustavo Forero: escritor colombiano" (pp. 161-166) incluido en el segundo volumen de la revista "Spanish Bolo" de la India. Se puede descargar gratuitamente aquí: https://www.yumpu.com/s/6jn87OgPTXlGV2F4

Y también pedir el PDF gratis por aquí. https://forms.gle/uUwZF15VcySGQz1G8

Agradezco a Subhas Yadav la invitación a participar en este trabajo.

A pesar de la perdida de un miembro vital del grupo, Oscar Eduardo Albahaca Rivero, salió a la luz esta importante publicación.

Agradezco a todos los colaboradores del proyecto.

"Spanish Bolo" de la India

"El Innombrable" en El Corte Inglés

Y el próximo viernes 26 de noviembre, a las 19:30, en Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Alicante (Avda. Federico Soto 1-3- 1a Planta), nueva presentación de "El Innombrable". ¡Qué gusto hablar de Margarita Castro, de Siachoque, el delegado de la Procuraduría, de Hugo Bressano... de Pavor Núñez y, por supuesto, de El Innombrable! ¡A que ya saben quién es! Los espero. Gracias por vuestro apoyo en este proyecto. LOS LIBROS ESTARÁN DISPONIBLES.

Libertad para los presos políticos y respeto a los derechos humanos en Cuba

Intelectuales y artistas demandan al presidente de Cuba libertad para los presos políticos y respeto a los derechos humanos

11-J, Malecón de La Habana / Foto: Rialta

Cerca de 250 intelectuales y artistas de varios países firmaron una carta pública para exigir al presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, la liberación de los presos políticos y el respeto de los derechos humanos en la isla, en particular, tras el estallido social acontecido el 11 de julio último.

Entre los firmantes cubanos se encuentran la artivista Tania Bruguera, otros artistas visuales como Sandra Ceballos, Sandra Ramos, Flavio Garciandía, el músico Paquito D´Rivera, los cineastas Manuel Marzel y Fausto Canel, el ajedrecista Lázaro Bruzón y los escritores Abilio Estévez, Gustavo Pérez-Firmat, Daína Chaviano, Marcial Gala o Ramón Fernández-Larrea.

La nómina incluye figuras internacionales como el filósofo español Fernando F. Savater, el actor cubanoestadounidense Andy García, el psicólogo y escritor canadiense Steven Pinker, y los escritores Achy Obejas (cubanoamericana), Lina Meruane (Chile), Hans Christoph Buch (Alemania), Edmundo Paz Soldán (Bolivia), Antonio Ortuño (México), Rosa Montero (España), entre otros.

A continuación, reproducimos el texto íntegro de la misiva, en español e inglés.

* * *

Sr. Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez:

Con esperanza y preocupación hemos observado las masivas protestas del pasado 11 de julio en Cuba. Esperanza porque una parte significativa del pueblo cubano por primera vez dejó oír su voz al unísono exigiendo la libertad y los derechos de los que hasta ahora han carecido y porque lo hicieron de forma pacífica y al mismo tiempo clara y firme. Sin embargo, hemos visto con preocupación y disgusto la respuesta brutal que usted y el gobierno que representa han dado a tales manifestaciones, negándose a oír los sencillos reclamos de su pueblo y llamando directamente a la violencia y la represión de unos ciudadanos contra otros.

Sr. Presidente, no se esfuerce en presentar a aquellos que protestaron como mercenarios al servicio de Estados Unidos. Reconozca en esas protestas la voz de un pueblo hastiado de falta de libertades, de mal gobierno y de estrecheces de todo tipo. No niegue que esas decenas de miles que protestaron en toda la isla son parte de un pueblo que ya no se identifica con el proyecto que propone y que se atreve a decirlo en voz alta pese a los riesgos demostrados que entraña hacerlo. Desde el pasado 11 de julio no tiene sentido hablar de unión monolítica entre su gobierno y su pueblo como no tiene sentido negarles la patria a los que protestan y ofrecerles en cambio muerte, represión y silencio.


No se engañe ni nos trate de engañar. Es hora de que Cuba avance por caminos diferentes a los que usted y su gobierno les han trazado a los cubanos. Para ello es imprescindible que se les respete su derecho a manifestarse y a elegir su destino, en lugar de buscar nuevas maneras de reprimir al pueblo cubano y silenciarlo. Para demostrar su respeto por los derechos de sus compatriotas debe empezar por liberar al más de medio millar que a un mes de las protestas siguen en prisión o están siendo procesados por participar en ellas y, junto a ellos debe liberar a todos los cubanos que están en prisión por manifestar su desacuerdo con su gobierno. Si le importa tanto el pueblo cubano como la revolución que se hizo en su nombre empiece por escucharlo, por no reprimirlo cuando hable.

Sinceramente,

 

Mr. President Miguel Díaz-Canel Bermúdez,

With hope and concern, we observed the massive protests in Cuba on July 11. We watched with hope because for the first time, a significant portion of the Cuban people let their voices be heard in unison, demanding the freedom and rights they have so far lacked, and they did so peacefully, clearly, and firmly. However, we have watched with concern and disgust the brutal response that you and your government have imposed on such demonstrations, refusing to hear the simple demands of the Cuban people and calling directly for violence against the protesters.

Mr. President, do not attempt to portray those who protested as mercenaries in the service of the United States. Recognize that in those protests are the voices of people who are fed up with their lack of freedoms, bad government, and hardships of all kinds. Do not deny that those tens of thousands who protested throughout the island are Cuban citizens who no longer identify with the project you are proposing and who dare to say so out loud despite the proven risks involved in doing so. Since the protests of July 11, it makes no sense to speak of a monolithic union between your government and the Cuban people, just as it makes no sense to deny the homeland to those who protest and offer them death, repression, and silence instead.

Do not fool yourself or try to fool us. It is time for Cuba to move forward along a path different from the one that you and your government have laid out for the country. To do so, it is imperative that you respect Cubans’ right to demonstrate and choose their destiny, instead of seeking new ways to repress and silence your people. To demonstrate your respect for the rights of your compatriots, you must begin by releasing the more than half a thousand Cubans who, a month after the protests, are still in prison or are being prosecuted for participating in them. Along with them, you must release all Cubans who are in prison for expressing their disagreement with your government. If you care so much about the Cuban people and the revolution that was made in their name, begin by listening to them, and not repressing them when they speak.

Sincerely,

Tania Bruguera, artist

Rosa Montero, writer

Fernando F. Savater, philosophy professor (retired), writer

Andy García, actor

Steven Pinker, psychologist and writer

Edmundo Paz Soldán, writer

Antonio Ortuño, writer

Dan Perjovschi, artist

Dario Lopérfido, former Minister of Culture of Argentina

Paquito D’Rivera, musician

Juan Carlos Quintero-Herencia, writer/professor

Javier Gomá Lanzón, writer

Alberto Barrera Tyszka, writer

Alejandro de la Fuente, historian, professor

J.J. Armas Marcelo, novelist

Louis Franz Aguirre, composer

Keila Val de la Ville, writer

Manuel Díaz Martínez, poet

Flavio Garciandía, artist

Gustavo Pérez-Firmat, writer/profesor

Carlos Eire, historian, professor

Armando Lucas Correa, writer

Legna Rodríguez Iglesias, writer

Rolando Sánchez Mejías, writer

Mauricio-José Schwarz, writer, journalist

Hans Christoph Buch, writer

Daína Chaviano, writer

Juan Carlos Méndez Guedes, writer

Lina Meruane, writer

Marina Perezagua, writer

Carlos Manuel Alvarez, writer

Xavier Bonilla (Bonil), cartoonist

Achy Obejas, writer

Lucyna Gebert, professor

Irena G. Gross, historian, writer

Marta Petrusewicz, professor, historian

Krystyna Piotrowska, artist

Gustavo Acosta, artist

Humberto Calzada, artist

Joanna Olech, writer

Anda Rottenberg, art historian, writer

Mirosław Tryczyk, philosopher, writer

Joanna Tokarska-Bakir, professor, cultural antropologist

Gleyvis Coro Montanet, poet

María Elena Hernández, poet

Odette Alonso, poet

Mónica Baró, journarlist

Francisco Morán, writer

Néstor Díaz de Villegas, writer

María Susana Azzi, writer

Lili Rentería, actress

Carlos Cano Escribá, musician

Iván Acosta, playwright, filmmaker

Marcial Gala, writer

Jorge Luis Arzola, writer

Jesper Henrik Holmen, composer

Jossianna Arroyo-Martinez, professor

Ivette Rodríguez Santana, psychoanalyst

Nat Chediak, producer

Juan Miguel Pozo, artist

Jorge Ángel Pérez, writer

Rubén Ríos Ávila, writer/professor

Eduardo López-Collazo, researcher

Nancy Calomarde, professor

Cezanne Cardona, writer/professor

Yesenia Selier, researcher/ dancer

Kalí Rodríguez -Peña, musician

Amaury Gutierrez, músico

Irela Roldán, dance professor

Carlos Pintado, poet

Sonia Cornuchet, singer

Francisco Gattorno, actor

Amir Valle, writer

Sonia Labrador Rodríguez, professor

Carlos A. Aguilera, writer

Vanito Brown, musician

Roberto Tito Otero, documentalist and professor

Rafael Vilches Proenza, writer

Rubie M. Horton, lawyer

Nanne Timmer, professor/writer

Magdalena López, professor/writer

Carlos Pabón Ortega, writer/professor

Abilio Estévez, writer

José Lasaga Medina, philosophy professor

Jorge Brioso, writer

Ángel Esteban, writer

Jorge Ignacio Domíguez, editor

Cezary Łazarewicz, journalist

Ulises Gonzales, writer, editor

Jesús Miguel Díaz Álvarez, professor

Pablo Martín Ruiz, professor

Paul Firbas, professor

Ricardo Ramos Tremolada, writer

Yansi Pérez, professor

Angel Santiesteban, writer

Celia Pérez Ventura, professor

Yurién Ribot, professor

Dennys Matos Leyva, curator

Alejandro Hernández, engineer

Kahlila Chaar-Pérez, researcher, librarian, activist

Alfredo Triff, writer, musician, professor

Florencia Garramuño, professor

Yannelys Aparicio Molina, professor, writer

Álvaro Fernández Bravo, professor, researcher

Néstor E. Rodríguez, professor

Pablo Brescia, professor, writer

Alen Lauzán, cartoonist

Quetzal Acosta Maduro, journalist

Israel Ruiz Cumba, retired professor, poet

Benjamín Mayer Foulkes, psychoanalyst

Juan Carlos Rodríguez, professor

Roberto Poveda, musician

Margarita Pintado, associate professor

Ernesto Chao, filmmaker

Manuel Zayas, filmmaker

Lourdes Dávila, professor

Lazaro Bruzón, chess grandmaster

David D Omni, musician

Omar Mena (El Analista), rapper

Julio Llópiz Casal, artista

Maya Islas, poet

Kenneth Prewitt, professor

Robert Y. Shapiro, professor

Claribel Terre Morell, writer

Gustavo Rodríguez (Garrincha), cartoonist

Boris Larramendi, musician

Ivette Falcón, musician

Carmen Peláez, playwright

Mabel Cuesta, professor/writer

Eliecer Jiménez, filmmaker

Ernesto Fundora, filmmaker

Claudia Salazar, writer

Felipe Lázaro, editor, poet

Guillermo A. Belt, lawyer

José Manuel Martínez-Cañas, gallery owner

Geandy Pavón, artist

Aníbal Pérez-Liñán, professor

Gustavo Forero Quintero, writer

Marino Berigüete, writer

Armando Chaguaceda, sociologist, professor

Carlos Aníbal Alonso, editor, researcher

Hernán Milla, musician

Ani Mestre, journalist

Jorge Dalton, filmmaker

Ana Victoria Pérez (Bebé), actress

Myrka Dellanos, television and radio host, author

Leo Arocha, actress

Fausto Canel, filmmaker

Carlos Quintela, filmmaker

León Ichaso, filmmaker

Manuel Marzel, filmmaker

Carlos Lechuga, filmmaker

Lynn Cruz, actress

Klementyna Suchanow, writer, editor, activist

Ewa Karwan-Jastrzębska, writer

Sandra Ceballos, artist

Sandra Ramos, artist

Ariel Cabrera Montejo, artista

Armando Guiller, artist

Carlos Estevez, artist

Pedro Vizcaíno, artist

Sandra Cordero, artist

Douglas Arguelles, artist

Alexis Romay, writer

Rosario Pérez Cabañas, poet

Evelyn Ramón, composer, singer

Ernesto José Cañabate Reyes, psychiatrist

Lilo Vilaplana, filmmaker

Danuta Kuroń, activist, member of the trade union Solidarity

Jacek Kleyff, poet, composer, actor

Andrzej Titkow, filmmaker

Grzegorz Gauden, journalist, member of the trade union Solidarity

Anka Grupińska, journalist, writer, activist

Sergiusz Kowalski, sociologist, journalist, member of the trade union Solidarity

Eugeniusz Smolar, journalist, activist

Konstanty Gebert, journalist, activist, member of the trade union Solidarity

Anna Wolff-Powęska, professor/historian

Melissa Martínez, musician

Rubén Mendoza, publicist

Anna Kushner, translator

Ketty de la Iglesia, actress

Hugo Pezzini, writer

Angel M. Díaz, professor

Pedro Lázaro Suárez, guitarrist

Luis Alberto Mariño Fernández, violinist, composer

Judith Nemethy, professor

Aline Sánchez Rodríguez, dancer

Stefan Gerritsen, guitarrist

Catherine Veillon-Guilloux, writer

Ernesto Santana, writer

Alvaro Galmés Cerezo, architect

Higinio Marín Pedreño, professor

Mikołaj Łoziński, writer

Sarah Jacobson, professor

Niels Christian Rasmussen, composer

Clara Rico Oses, professor of musicology

Mathias Reumert, musician

Irina Escalante Chernova, associate professor

Fanny Alofs, singer

Arsenio Rodríguez Quintana, writer

Ramón Fernández-Larrea, writer

Luis Bofill, singer

Angel Delgado, artist

Miriam Celaya, journalist

Francisco Yobino, producer

Ricky Castillo, musician

Tomás Castellanos, communicator

Mayda Cuéllar, musician

Jorge Solino, filmmaker

Madelca Domínguez, editor

Enrique Del Risco, writer

Eglise Gutiérrez, opera singer

Javier Olondo, musician

Ester Fuchs, professor

Janet Batet, art historian

Camilo Venegas, writer

Alejandro Aguilar, writer

Alejandro González Acosta, historian

Meyken Barreto, art historian, curator

Jairo Alfonso, artista

Gilberto Ruiz Val, artist

Daniel Jordán, economist

María A. García, editor

Rolando Pérez, professor

Jacqueline Herranz, writer

Malva Flores, writer

María Padilla

Daylet Domínguez, professor

Manuel Barcia, historian, professor

Mari Rodríguez Ichaso, filmmaker

José Quiroga, profesor, writer

Nils Longueira, critic

Sergio Lerma

Laura Lerma

Pablo Lerma

Odalys Villa.

Ricardo Hermelo

Mariana Segovia

Ani Mestre

Graciela Guindlin

Omar Preza

Tomas Preza

David Morell

Claudia Peiro, journalist

Vivian Lofi

Alberto Lauro, poet

https://rialta.org/intelectuales-y-artistas-demandan-presidente-cuba-libertad-para-los-presos-politicos-y-respeto-a-los-derechos-humanos/

Presentación de "El Innombrable" en la Librería Pynchon & CO de Alicante

El sábado 18 de septiembre de 2021, con la presentación del escritor José Payá, tendré el gusto de hablar de mi novela "El Innombrable". El evento será en la librería Librería Pynchon & CO de Alicante, en la Calle Segura 22, a las 12 h. Ojalá me acompañen aquellos amigos alicantinos y los que anden por la ciudad. "La novela más mordaz de Gustavo Forero" anuncia atinadamente este cartel y quisiera compartir con vosotros las razones para tal juicio. ¡Bienvenidos!

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Un reset mundial: "El Innombrable"

La novela El Innombrable es el testimonio de un reinicio personal y familiar que confluye con el reset que vive hoy, con la pandemia del Covid 19, la humanidad. Para mí, esta historia empezó un mes antes, el 7 de febrero de 2020, cuando me exilié junto a mi esposa y mis hijas. Por años había deseado emigrar de Colombia, dejar atrás la ignominia de la violencia, la corrupción, la iniquidad, y ofrecerles a ellas un espacio de seguridad y libertad. Con este objetivo emprendí el viaje que me trajo de vuelta a España, el lugar donde había experimentado por vez primera sosiego, cuando la fortuna me trajo a estudiar en la Universidad de Salamanca. Con el propósito de iniciar una nueva vida y dedicarme definitiva y exclusivamente a la literatura, comencé entonces la revisión de los apuntes de una novela relativa a mi historia familiar. Estaba lleno de expectativas. No obstante, cuando apenas comenzaba el proceso llegó el confinamiento, que, valga decirlo, para nosotros significó volver a las dinámicas del miedo y la introversión que vivimos hace tiempo en Colombia. Entonces, al igual que ocurrió con otras personas en el mundo, tales circunstancias produjeron en mí angustia permanente, dolores de cabeza, presión en el pecho, mareos y tortuosas pesadillas, síntomas evidentes de ansiedad. Lo sorprendente del hecho es que en las profundidades de mi malestar solo la escritura logró darme paz: mientras me concentraba en mis personajes y sus dolores insondables conseguía reconciliarme con mis propios fantasmas.


"El Innombrable surgió, así, como denuncia y advertencia de los límites del poder: a partir de una voz dulce y paradójicamente espantosa"

En Desaparición Amantes y destructores: Una historia del anarquismo (2019), mis novelas anteriores, había reflexionado sobre la historia de mi país como reiteración atávica de la violencia. Sin embargo, durante la crisis del confinamiento mi espíritu vagó por un extraño mundo de símbolos y metáforas que se cruzaban una y otra vez con mis personajes en nuevas explicaciones de la historia. Inmerso en el trabajo de creación encontré, al fin, delicados vasos comunicantes entre lo que comencé a concebir como mi linaje y esa historia. Para mí, el origen del problema llegó a ser la rueda deliberadamente suelta de Colombia, determinada por el sistema represivo e injusto que se mantenía en el país siglo tras siglo. Mirada en perspectiva, esa rueda era, además, el gran Leviatán en que, para muchos, se está convirtiendo la humanidad.

El Innombrable surgió, así, como denuncia y advertencia de los límites del poder: a partir de una voz dulce y paradójicamente espantosa, la novela da cuenta de casi cien años de la “república” de Colombia, que son años de guerra, exclusión y sobre todo represión. La indignación frente a tal injusticia sirve de telón de fondo para un héroe que busca sobrevivir en medio de la barbarie. A su lado, un investigador, víctima también de ansiedad, representa la solidaridad y la fraternidad deseables en el mundo enajenado de la violencia y el capital. Al lado de esos dos personajes surgen otras voces dispuestas en una especie de coro que representan fragmentos de sentido y opciones ideológicas o emocionales ante la hecatombe. A esas voces se suman apartados de noticias, entrevistas y alocuciones de distinta naturaleza que forjan el fresco social de un país en rotunda crisis.

"No es justo vivir la ignominia, es necesario denunciarla y actuar en consecuencia"

En general, creo que vivimos una época de reset, de reinicio, y no solo en términos de naciones y economía, sino de conciencia. El FMI habla de un nuevo contrato social que honre la dignidad de cada ser humano, pero la realidad puede ser la consolidación del viejo proyecto liberal de intervenir y dominar todos los niveles de la vida con el propósito de hacernos a todos simples medios para el fin absoluto de lucro. Frente a esto, El Innombrable surge como testimonio contra la cosificación de la experiencia humana. Contra el totalitarismo y la persecución de las disidencias. El hecho de que la anécdota de la novela se identifique con el paro nacional de los últimos días en Colombia es para mí una muestra más de que la literatura surge de esos vasos comunicantes entre un inconsciente ávido siempre de libertad y el curso ideológico de la humanidad hacia sistemas más justos. La imagen de una juventud que lucha en las calles de Colombia reivindicando sus derechos tiene vocación mundial: se relaciona con los movimientos sociales de Estados Unidos, Myanmar, África o Europa. No es justo vivir la ignominia, es necesario denunciarla y actuar en consecuencia. El Innombrable constituye, entonces, un intento de renombrar e incluso reiniciar de otro modo el mundo, recoger el hilo con el que hace varios años nos hemos enredado y disponerlo en un mejor sentido.


https://www.zendalibros.com/un-reset-mundial-el-innombrable/

"Amantes y destructores. Una historia del anarquismo" en la XXXIV Negra de Gijón

Sobre la presentación de "Amantes y destructores. Una historia del anarquismo" con Ángel de la Calle, el sábado 17 de julio, a las 18.30 (Carpa A quemarropa), en la mítica Semana Negra de Gijón (versión XXXIV).

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“Y en genuina orgía libertaria para cebar el explosivo final de la Semana, siguió la tarde de manos del propio Ángel de la Calle, con la fascinante y original novela de Gustavo Forero Amantes y destructores (Iliada), odisea entre la historia y la ficción del anarquista colombiano Biófilo Panclasta (1879-1943), supuestamente decidido a encabezar una enrevesada conspiración anarquista y libertaria para asesinar a todos los reyes de Europa, librándonos por fin de cualquier resto jurásico de arcaicas monarquías trasnochadas. Como explicó su autor, que aprovechó también al final para recomendar su más reciente obra, El innombrable, evocación de la dictadura colombiana de 1977, se trata de una fantasía pero firmemente asentada en realidades, puesta en dos tiempos y voces: de un lado, las intrigas y peligros de Panclasta armando su arriesgada conspiración de conspiraciones en el pasado; y de otro, la investigación de un escritor actual, obsesionado con la figura del anarquista, que sigue sus pasos a través de toda Europa. Una novela fascinante y sorprendente, que conecta la historia de Colombia con los grandes momentos del siglo XX, desde la Revolución rusa al asesinato de Sarajevo y la primera guerra mundial, en la que sólo cabe lamentar, y a de la Calle y Forero se les notaba en la cara, que Panclasta no hubiera conseguido culminar con éxito su magnicidio global. Mejor nos iría.”

“A Quemarropa”. 18. 07.2021. Jesús Palacios (con la colaboración de Rakel Suárez).

https://www.semananegra.org/articulo/espacio-aq-8/

"Una novela que invita a participar de un viaje individual y colectivo, conmovedor e inesperado"

Entrevista con el escritor colombiano Gustavo Forero POR AMIR VALLE

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Gustavo Forero, además de su importante contribución a la cultura colombiana como gestor principal del Congreso Internacional de Literatura Medellín Negro y de su labor en las formaciones de las nuevas generaciones de intelectuales colombianos como profesor de la Universidad de Antioquia, se ha convertido en uno de los más interesantes novelistas de su país, interesados en establecer un contrapunteo entre la sociedad colombiana actual y el origen de sus raíces históricas. Esa singular perspectiva lo ha destacado por sus contribuciones a la históricamente poderosa literatura de su país. A raíz de la publicación reciente en Ilíada Ediciones de su novela Amantes y destructores, sobre la vida y legado del anarquista Biófilo Panclasta, lo entrevistamos para OtroLunes.

Si tuviera que recomendar a un lector potencial su novela Amantes y destructores. Una historia del anarquismo, ¿qué le diría para incentivar su interés?

Amantes y destructores es una novela que invita a participar de un viaje individual y colectivo, conmovedor e inesperado. Como su título indica, recrea la ambivalencia del ser humano que puede amar y destruir al mismo tiempo, todo en el marco del desarrollo del Anarquismo, utopía de organización social que busca prescindir del Estado, la autoridad o el gobierno para vivir en libertad. La novela busca concienciar al lector de cambios sociales, culturales y políticos de los últimos siglos -XIX-XXI- que ocurren imperceptiblemente a nuestra vista pero que en la novela alcanzan una sólida imagen. El libro ofrece al lector una mirada holística de los sucesos que condujeron a la Primera Guerra mundial semejantes a los de este nuevo mileno definido también por una “paz armada”. La narración fragmentada en distintos tiempos involucra al lector, pues la novela es, además, un ejercicio de lectura alternativa frente a los automatismos a los que ha ha acostumbrado la industria editorial. El escritor no trata a los lectores como clientes que compran literatura de entretenimiento y deben ser satisfechos. Amantes y destructores. Una historia del Anarquismo desarrolla una propuesta estética original que hace un llamado urgente a la sensibilidad.

 

Esta es su segunda novela. La primera, Desaparición, se refiere justamente a ese trauma nacional de las desapariciones en el contexto de la Toma del Palacio de Justicia en 1985 y por sus páginas desfilan otros personajes de la historia colombiana. Tu apego a la historia ¿significa algún concepto específico sobre el papel de la literatura o es puro amor a la historia? En cualquier caso, ¿por qué novelas históricas?

Yo me apoyo en lo que se conoce como historia, es verdad, pero rechazo la Historia como tal, como disciplina. Creo que las historias se identifican, como han afirmado muchos, con el discurso de los poderosos, de quienes vencieron, y este canon tiene sus gradaciones. Luego de las historias nacionales están las continentales y las hemisféricas, y a menudo todas se confunden en detrimento de los sucesos “locales”. La historia de Occidente es la historia de Europa, y aquí de sus países colonizadores, y la de Norteamérica es fundamentalmente la de Estados Unidos. El dominio de un discurso es evidente, y la cuestión no es solo aplicable a la Historia, tiene que ver con los relatos de hechos en general. Hasta hace poco, si no todavía, la literatura “universal” ha sido la literatura europea y aquí, fundamentalmente, la de Francia, Inglaterra o Alemania. La universalidad obedece al canon, y el dominio fundamental no es en última instancia de carácter artístico. Una parte de Europa o Estados Unidos han tenido por años el poder económico y sobre todo militar para imponer a los demás su visión del mundo, sus ideologías, su cultura y su literatura. El mundo lee lo que se produce en centros culturales que lo son porque son centros de poder económico y militar. La literatura grecolatina nació de imperios, lo mismo que la española o la inglesa, y más recientemente la norteamericana. Hablar de Literatura o de Historia supone hablar de Comunismo, Socialismo o, incluso, como yo hago en Amantes y destructores. Una historia del Anarquismo, de Anarquismo, ideologías de esos centros culturales. Analizado desde esta perspectiva, en Desaparición denuncié la barbarie de “fuerzas oscuras” sustentadas en una ideología fascista, anticomunista, propia de la Doctrina de la Seguridad impulsada desde Estados Unidos para toda América. “La historia nos toma como ejemplo”, dice en un momento dado el personaje principal, y creo que es justo esta evidencia la que intento problematizar. Como un romántico, quiero sumergirme en una consciencia individual para percibir, si es posible, la existencia real de la libertad. Como Max Stirner, el filósofo anarquista que sirve de trasfondo a Amantes y destructores. Una historia del Anarquismo, quiero creer que podemos eludir las abstracciones “históricas” que se nos imponen (Estado, gobierno, padre, moral…) y vivir nuestros propios valores individuales. Una utopía. No es justo que solo seamos comprobación inerte de la Historia, que, por ejemplo, si nacimos en un lugar estemos fatalmente determinados a tener y sufrir sus condiciones y resignarnos a ellas.

El discurso protestante del “Tú podrás”, que lleva a que los anglosajones crean a pie juntillas que si uno quiere puede, resulta imposible en boca de un haitiano o un keniano. El abanico de posibilidades materiales de una persona del tercer mundo es reducido y su sensación de libertad se reduce ostensiblemente. Eso mismo puede advertirse respecto de un cubano, un venezolano o un colombiano. En esa gradación de lo que puede ser la libertad, hasta las lenguas son otro factor de ampliación o reducción de la libertad. Quienes hablan inglés amplian su radio de acción. De hecho, estos últimos tienen mayor impacto o difusión y con ello más posibilidades de acceder a ciertos derechos. En fin, creo que me he extendido en el asunto de la Historia, o incluso lo he dejado al margen, ¿verdad? Lo cierto para mí es que de la Historia y la Literatura lo que me interesa es esta idea de libertad: hasta dónde podemos llegar y hasta dónde podemos vivir lo que consideramos nuestra naturaleza. De esto se trata lo que escribo. Panclasta, el personaje de Amantes y destructores. Una historia del Anarquismo, es su encarnación más tangible. Una proyección mía, también. Yo he sentido que mi margen de libertad, como el suyo, es estrecho y que circunstancias históricas como haber nacido en Colombia tiene qué ver con la limitación. La toma y retoma del Palacio de Justicia en Colombia en 1985 que recree en Desaparición y aparece de nuevo en Amantes y destructores. Una historia del Anarquismo me interesan mucho como hechos históricos porque dejaron muy claros nuestros límites materiales como ciudadanos de este país. Desde ese momento, el pueblo comprendió quiénes tenían el poder y hasta dónde llegaban sus derechos. Por su parte, Amantes y destructores. Una historia del Anarquismo es una novela sobre las causas materiales de la Primera Guerra mundial, objetivo de “nuevos” capitalistas que querían desplazar a los anteriores. Allí ubico la experiencia individual del personaje, que es un ciudadano de la periferia. La lógica bélica es repugnante, pero lo más grave del asunto es que por ella cayeron, como caen hoy, los más vulnerables.

 

Una de las partes más llamativas de Amantes y destructores. Una historia del Anarquismo es la que protagoniza ese (¿podríamos arriesgarnos a llamarlo?) alter ego de Panclasta que es invitado a Europa como investigador/escritor…, obviamente un contrapunteo muy interesante entre el pasado (Panclasta anarquista en Europa) y el presente (una Europa y un mundo conmocionado por los extremismos de toda índole)… Nadie se atrevería a negar que esa es una estrategia tuya, como novelista, e incluso una especie de desdoblamiento del Gustavo Forero intelectual, pero… ¿que pretendes lograr, develar, alcanzar con ello?

Amantes y destructores funciona a través de comparaciones, de contrapunteos, como señalas. Entre dos personajes, literarios pero también históricos; dos continentes, Europa y América; dos culturas, una hispana y otra llamémosla mundial (que incluye Francia, el pueblo judío o Rusia); dos sistemas políticos, monarquías y repúblicas; y, sobre todo, dos tiempos: los primeros años del siglo XX, cuando se consolida el Anarquismo en Europa, y la contemporaneidad, más o menos a la altura de 2015, cuando España vive la crisis económica. En un momento dado, el narrador mismo de Amantes y destructores. Una historia del Anarquismo hace un paralelo entre los dos momentos históricos y lamentable es comprender qué poco ha cambiado: el poder sigue concentrado en unas cuantas manos y la miseria campea en buena parte de la humanidad. La historia occidental de la que he hablado antes nos ha enseñado que luego de las revoluciones sociales estaríamos un poco mejor. Sin embargo, ¿se puede afirmar que el individuo es más libre? Por siglos nos han obligado a separar dos aspectos de la vida, el material y el espiritual, y nos hicieron pensar, por ejemplo, que la religión nos procuraba un sentido, pero para muchos, para mí hoy, esta es un espejismo de reconciliación con el orden injusto. Para volver a lo que sustancialmente me interesa de la literatura, creo que persiste en los individuos el ansia de libertad. Echamos de menos, entre otras, la libertad de movimiento, que es la que los personajes de Amantes y destructores. Una historia del Anarquismo más echan de menos. También, la libertad de consciencia, la de pensamiento, la de expresión, la libertad sexual… La libertad puede ser un concepto abstracto pero se concreta en representaciones muy tangibles. Escribo esto en un país donde es peligroso ser liberal, socialista, comunista o anarquista, donde se persigue a los líderes sociales que son a menudo indígenas o afrodescendientes. Hablar de estas cosas puede granjear numerosos problemas en este contexto. Las “fuerzas oscuras” realizan sistemáticamente una “limpieza social” y a sus ojos y los de muchos hay demasiada mugre. Por todo eso, Colombia y el mundo entero requiere movimientos sociales que persigan y alcancen una a una esas libertades. Estamos en tiempos de represión, de limitaciones. Los imperios se han convertido en monstruos terribles que nos lo imponen todo con la apariencia de que eso es lo normal: desde la pésima alimentación hasta los dioses en qué creer, la literatura que leemos o las formas mismas de lectura. Es necesario entonces luchar contra la enajenación. Desde este punto de vista, la lucha de hoy se parece mucho a la de finales del siglo XIX: es por derechos mínimos, por sobrevivencia, por elemental justicia. Los individuos del XXI también estamos cercados y es necesario cortar la alambrada. Stirner hablaba del único y su propiedad. Todos deberíamos ser únicos y contar con nuestra singular propiedad.

 

Públicamente has confesado admiración por Panclasta, e incluso se intuye en algunas declaraciones tuyas tu creencia en rescatar algunas de sus posturas para el entorno colombiano e internacional… ¿Por qué esa admiración? Y, aún más, ¿qué salvarías para “nuestro hoy” de la experiencia de este anarquista?

En efecto, Ramón Vicente Lizcano (1879-1943), alias Biófilo Panclasta, me resulta admirable porque, con todas las dificultades y peligros que el hecho suponía vivió conforme a sus principios, a su idea de libertad. Justo hasta los límites que su tiempo y contexto tenían. Con tal objetivo se enfrentó a un sistema que lo rechazaba, que lo empequeñecía, que lo perseguía y buscaba de un modo u otro eliminarlo. Por nacimiento, en condiciones precarias, él estaba predeterminado a la exclusión, al aislamiento, al rechazo, pero hizo de todo eso su fuerza para luchar. Y aunque no se puede decir que venció, dejó una impronta, señales, espejismos del posible camino para la liberación individual y colectiva. Acaso se le acuse con razón, como lo hizo el anarquista francés Charles Malato, de individualista a ultranza a la manera de Stirner; o como lo hicieron sus contemporáneos, de diletante, disperso y aún alcohólico. Sin embargo, yo hoy puedo decir que en el hostil contexto colombiano el ensimismamiento y todos sus efectos puede ser una necesidad. De años, este país, que se cree una democracia, rechaza la singularidad y la combate sin clemencia. Colombia exige hombres, machos, católicos, blancos, ricos y conservadores, entre otras lindezas. Aún hoy, es obligatorio ser de derechas, productivo y “juicioso”, como se dice a menudo en Bogotá. Lo demás carece de valor. Basta leer los lamentos de quienes no siguieron el estereotipo en el siglo XIX y de quienes no lo hacen hoy para entender la terrible dimensión de las exclusiones sociales vigentes en el país. Desde Bolívar (que gozaba en buena medida de los atributos exigidos a las “personas de bien”) hasta Sergio Urrego, el joven homosexual que se suicidó en 2014 por el bullying que se hace normalmente a su condición, varios lo han denunciado. Últimamente Dylan Cruz, el jovencito que participó en las movilizaciones de 2019 contra la injusticia del sistema educativo, fue asesinado por un agente del temible Escuadrón Móvil Antidisturbios, ESMAD, cuando exigía su derecho a la educación. Las discriminaciones siguen a la orden del día. En el medio están el poeta Porfirio Barba Jacob (alias de Miguel Ángel Osorio), la famosa monja Laura Montoya, el propio Gabriel García Márquez, que tuvo que salir huyendo del país en un momento dado, o Pablo Montoya, quien en el siglo XXI denuncia la ignominia generalizada que nos acecha a los colombianos. Todos ellos sufrieron la exclusión, la persecución y en algunos casos la muerte, por sus ideas, por su condición, por ser, en fin. La “democracia” colombiana no da como para aceptar individualidades “conflictivas” (así las llaman). Ni en 1900 ni hoy.

 

Creo que mucho aporta tu novela en lo referido a la tendencia actual (más latinoamericana que Europa, por cierto) del uso de la fragmentación estructural, dramática y de personificación en la configuración de los mundos de la novela. En Amantes y destructores. Una historia del Anarquismo tu teoría de la fragmentariedad es, en verdad, un juego literario de altos quilates. ¿Podrías explicarle a un potencial lector por qué esta teoría y qué valores tiene en tu opinión?

Te agradezco la pregunta. Por supuesto. Mis “teorías literarias” se vinculan sin duda con mi narrativa y Amantes y destructoresUna historia del Anarquismo no es la excepción. La novela ilustra mi tesis sobre la necesaria fragmentación moderna de la novela. Frente al mito de la unidad o la totalidad, pienso que la novela debe exaltar la dispersión, la atomización, incluso la incausalidad y el azar. Al respecto, hace años escribí un artículo académico donde oponía la estética de Macedonio Fernández, el escritor argentino que influyó a Julio Cortázar, y la de Mario Vargas Llosa, el nobel peruano. Mientras el primero propone la fragmentación formal, el segundo busca a todo precio la unidad; mientras el primero se enfrenta a la incertidumbre, el segundo cree en certezas; mientras el primero recrea el azar, la contingencia, el segundo cree en totalizaciones. Para el primero, la novela siempre está inacabada, proyectada, como la vida misma, en tanto para el segundo ella debe dar cuenta integral de un mundo. La asunción de una u otra estética para el escritor contemporáneo no es cosa adjetiva. Representa la visión misma de que el mundo es o bien puede ser, que podemos circunscribirlo o no, que es posible descifrar la realidad por la razón o no… que es deseable vivir o explicar, sentir o limitar. Lo que hay de por medio es la definición misma de la naturaleza del hombre que desde hace años se ha bandeado entre razón y sensibilidad, entre ser y deber ser, entre dueño del mundo o simplemente un habitante más de este. ¿Puede su razón delimitar la realidad? Superándose el maniqueísmo clásico, surge el campo literario de la indeterminación, la disolución de los polos o la multipolaridad, como clave de un nuevo pensamiento frente a una realidad más compleja. Hoy vivimos una época de incertidumbre, de relatividad. La vida misma tiende a la indefinición. Siempre faltan solidaridad, fraternidad y sobre todo libertad. Es necesario que los sistemas reconozcan las diferencias, las singularidades… Estandarizar a las personas, clasificarlas y definirlas ha sido un proyecto histórico inhumano. Como dije arriba, es necesario reconocer la libertad de todos y cada uno, su peculiaridad, su naturaleza… Las relaciones económicas de producción han buscado uniformar, homogeneizar, a fin de generar utilidades. Esta es la médula del viejo capitalismo enemigo de la libertad. En él, el trabajo es la forma más sofisticada de la esclavitud: enajena al hombre al punto de convencerlo de que es su sentido en la vida. Así lo celebran los empresarios. El sistema nos ha llevado a esto no por identificarse con las motivaciones individuales sino por llenar las arcas de los poderosos. No hay libertad alguna en entregar el tiempo a cambio de dinero. No se puede hablar de sistemas justos cuando sacrificamos nuestros deseos en pro de negocios monopólicos y transnacionales. Sobre esto, hace poco escuché la conferencia de la abuela Kihili Kunturpillku que afirmaba, para mí con una justeza meridiana, que este planeta es tan rico que todos podríamos vivir sin trabajar, que a todos la tierra nos ofrecería lo necesario. Yo siento que esto es verdad, que en gran medida trabajamos por enajenación, por falsa convicción de provecho, por exigencia de un sistema económico que nos ha convencido de que esto es ineludible. Trabajar por lo propio no es trabajar, es ser.

 

Finalmente, pregunta gastada pero necesaria: ¿qué escribes actualmente?, ¿insistirás en lo histórico en el futuro?

Actualmente termino la segunda parte de la trilogía propuesta con Amantes y destructoresUna historia del Anarquismo. Si en esta aludía al Anarquismo como tendencia de los primeros años del siglo XX, en esta segunda parte me adentro en el Comunismo de los años setenta del siglo pasado como médula del conflicto mundial contemporáneo. Y aunque mi propósito –ya lo he dicho— no es escribir novela histórica, indago en temas como la represión estatal, los escuadrones de la muerte, la persecución sistemática a la Izquierda, las torturas, las desapariciones, etc., todo eso que caracteriza la política de “Seguridad” de la época que, sin duda, surge de la doctrina de la seguridad nacional establecida en Estados Unidos y seguida todavía por los países latinoamericanos.

“Otro Lunes”. Revista Hispanoamericana de Literatura. 54. Marzo 2020. Año 14.

http://otrolunes.com/54/otrolunes-conversa/una-novela-que-invita-a-participar-de-un-viaje-individual-y-colectivo-conmovedor-e-inesperado/

Amantes y destructores: una historia del anarquismo

Y con esta entrega literaria, Forero, que además es abogado y dramaturgo, nos lleva por la peripatética vida de un anarquista colombiano con el cual hace un recorrido por todo el siglo XX a través de la literatura, la política y la cultura

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  • PorLuis Pulido Ritter

Actualizado 10/04/2020 00:00

En Colombia conocí a Gustavo Forero en el evento internacional que organiza como profesor de la Universidad de Antioquia, Medellín Negro, sobre la novela negra en América Latina. Él es, en efecto, un escritor que, con su novela Desaparición (2013), trabajó sobre el drama de los desaparecidos en Colombia, un drama de muchos países en la región. También ha publicado el ensayo El mito del mestizaje en la novela histórica de Germán Espinoza (2016). Y con esta entrega Amantes y destructores (2019), Forero, que además es abogado y dramaturgo, nos lleva por la peripatética vida de un anarquista colombiano con el cual hace un recorrido por todo el siglo XX a través de la literatura, la política y la cultura.

¿Quién era Biófilo Panclasta y por qué podría interesarnos un personaje como este que va de la libertad a lo trágico?

Biófilo Panclasta, amante de la vida y enemigo de todo, es el seudónimo del anarquista Vicente Lizcano, nacido en Chinácota, en 1879, y muerto en Pamplona, en 1943, ciudad cercana a la todavía candente frontera entre Colombia y Venezuela, en la que yo mismo nací. Por sus ideas progresistas y su acción revolucionaria, este líder fue perseguido por los gobiernos de Colombia, Venezuela, España, Brasil, Francia o Panamá, y detenido en numerosas cárceles (en Valencia, Venezuela, siete años en la más inclemente “mazmorra” durante la dictadura de Juan Vicente Gómez). Algunas de estas detenciones fueron por solicitud del general Rafael Reyes Prieto, dictador de Colombia, su enemigo acérrimo, incluida una como consecuencia de la confusión diplomática que desarrollo en mi novela Amantes y destructoresUna historia del anarquismo (2019). Confundirse con el burgués Santiago Pérez Triana le provocó el odio radical del dictador y su inclemente persecución. Panclasta apoyó la revolución del liberal Cipriano Castro en Venezuela, se opuso a la separación de Panamá, participó en levantamientos en Ecuador, Martinica o Brasil, y la inquina de Reyes Prieto, el bloqueo naval de las potencias imperiales a Venezuela por deudas contraídas, el apoyo de Estados Unidos a los separatistas de Panamá o la mediocre política del presidente José Manuel Marroquín, a propósito del istmo, forjaron su espíritu anticolonialista y antimonarquista. En Argentina fue parte de la Federación Obrera Regional y, en representación suya, en 1907, participó en el Congreso Anarquista de Ámsterdam, donde tuvo contacto con Charles Malato, Piotr Kropotkin o Errico Malatesta. Fue miembro, además, de la Asociación Anarquista Mexicana, país al que representó en otro congreso en Barcelona, en 1923, donde propuso la llamada Operación Europa, un plan para eliminar personalidades –sobre todo reyes– del mundo entero. Su lema “¡Revolucionarios de todos los ideales, uníos!” concreta su programa revolucionario y puede identificarse con los movimientos anticapitalistas o antiglobalistas contemporáneos; sobre todo por la idea de una huelga planetaria, de gran vigencia hoy, tiempos de Covid-19, tiempos de hambre y exclusión social, cuando se requiere en realidad ¡cambiarlo todo!

En la tradición literaria colombiana (y de América Latina) el nombre de Vargas Vila es insustituible por su laicismo, el rechazo al intervencionismo estadounidense y la crítica radical de los valores burgueses. ¿Qué hace diferente a Panclasta?

Para mí, José María Vargas Vila es un buen escritor –hace años leí Aura o las violetas y Flor de fango y, sobre todo, me gusta su Diario, publicado gracias a la escritora Consuelo Triviño Anzola. Me interesan su antiimperialismo y su rechazo a la política estadounidense para América Latina con ocasión de la pérdida de Panamá y la situación de Cuba y el anticlericalismo que mencionas. Ambas cosas resultaban revolucionarias en la época y le granjearon el destierro de Estados Unidos y la excomunión por el Vaticano. Sin embargo, el personaje conlleva cierta pose de anarquista que, como la de algunos escritores actuales, tiene como fin asegurar dádivas en algunos contextos culturales. Acaso el origen mismo de los dos anarquistas pueda ser la causa de las diferencias: mientras Panclasta es de lo que en Colombia se considera provincia, Vargas Vila nació en la capital, y mientras uno es hijo de una lavandera, el otro es hijo de un militar. Ambos participaron en las guerras intestinas de Colombia, en el lado liberal; fueron perseguidos por obtusos presidentes; criticaron al dictador Reyes Prieto; se refugiaron en un momento dado y fueron expulsados de Venezuela. No obstante, es un hecho que Vargas Vila supo lo que hacía en beneficio de su carrera: se consolidó como escritor con numerosas publicaciones, obtuvo cargos públicos gracias al Gobierno venezolano, nicaragüense o ecuatoriano y alcanzó una fama como intelectual gracias a su ingenio y carisma público. Sabía que cualquier escándalo a gran escala aseguraba fama, lectores y ventas. Quizá sea este un juicio muy tajante, pero en efecto el autor no va con mi idea de la literatura, ni del anarquismo. Para el Vicente Lizcano, a. Biófilo Panclasta, de mi novela, Vargas Vila pudo encarnar al anarquista de salón que prefiere alardear de su condición iconoclasta, buscar posiciones de poder, alternar con el rey de España o editar revistas; en todo caso, quien aprovecha oportunidades en las redes de poder para ganar una posición. Esta es la tesis que desarrollo en mi novela Amantes y destructores. Una historia del anarquismo cuando uno de los personajes advierte: “Todos hablan de Vargas Vila, pero ese era demasiado vanidoso para ser anarquista; por eso se quedó en Barcelona. Biófilo, o Vicente, como yo lo conocí, era distinto. No le interesó ni le interesa el reconocimiento o la fama... [...] No es Vargas Vila. Panclasta sí vivió como un anarquista, mija; conforme a lo que saliera en el día. Eso fue lo que yo vi [...] [...] No ha bebido las mieles del poder, mija. Ni se le ocurriría tener un cargo público, alternar con el rey de España o tener la disciplina suficiente para editar revistas... No querrá quedarse en Barcelona, como el tolimense. Acaso vuelva a Argentina, quién sabe. En todo caso, lo suyo es errar. No tiene estabilidad, ni dinero, ni le importa tenerlos”.

“Las industrias editoriales de Argentina y México tienen mayor impacto, y resulta más fácil para quienes publican allí contar con la difusión. En el campo de la novela de crímenes, por ejemplo, los autores de tales países tienen un peso inigualable”.

En tu obra se cruzan las épocas, los textos y los personajes. Amantes y destructores es también una novela que habla de ti mismo como escritor, inmigrante y crítico de tu tiempo. ¿Ves alguna similitud entre lo que vivió Panclasta y tu experiencia de vida?

Justamente mi novela Amantes y destructoresUna historia del anarquismo (2019) parte de la base de la comparación entre la vida de Vicente Lizcano, a. Biófilo Panclasta, y la mía, lo que provoca ese cruce de épocas, textos y personajes que adviertes. Como dije antes, yo nací en Pamplona, la ciudad donde el anarquista murió el 1 de marzo de 1943, casi veinticuatro años antes. El Hogar de San José, donde pasó sus últimos días y sufrió el infarto al que se refieren algunos de sus biógrafos, queda a unas cuadras de la casa de mis padres y ambos lugares conforman un eje que conduce al cementerio El Humilladero. Curiosamente, como dice el personaje, yo siempre me sentí “jalado” por los muertos de ese lugar. Allí fue enterrada mi tía Julia Fuentes, personaje de mi novela, sin reconocimiento alguno, tal como se hacía con aquellos que la religión consideraba personas vergonzantes. A ese cementerio también fue a parar mi padre, hasta que sus restos fueron trasladados a Bogotá. Además de esto, existen otras confluencias con el personaje: como Julia, el anarquista no fue reconocido por su padre, Bernardo Rojas, razón por la cual no creo correcto incluir este apellido en su nombre. Su madre, Simona, como la mía, tuvo que sacar adelante a la familia en medio de una sociedad conservadora que no admitía y, ni siquiera hoy, admite “hijos naturales”, como se llamaba a quienes su padre no había reconocido. Aparte de eso, hay otros elementos en común: haber trasegado como inmigrante por una Europa envilecida de capitalismo; el amor desmedido y casi irracional por una Francia revolucionaria; estancias significativas en España, “un volcán en erupción” según el anarquista, y sobre todo, en Barcelona, la rosa de fuego del anarquismo; el interés por Max Stirner, el anarquista individualista, aun antes de que yo pensara en la novela, o por la filosofía de Nietzsche. Incluso, mi rechazo al imperialismo o el llamado constante a una revolución social para reivindicar los derechos de las mayorías... En fin... son muchos puntos en común con el anarquista que son más que semejanzas particulares: constituyen un espíritu. Creo fervientemente que estamos en un momento semejante al de principios del siglo XX: existe una especie de certeza de que un sistema da pie a otro, de que el capitalismo está agotado y debemos trascender una forma de vida que ya ha prescrito, una normalidad que ha sido patológica.

Has trabajado mucho, como académico y escritor, la novela negra colombiana y latinoamericana. ¿Es ahora una digresión de esta trayectoria?

Como Panclasta, he tenido que desempeñar diversos oficios que me han permitido ver la vida de distintas maneras. Escribir novelas no es una digresión de mi trabajo. Soy abogado, profesor y escritor. Mis trabajos críticos sobre la literatura colombiana, latinoamericana o española (publico próximamente el libro Capitalismo, crisis y anarquismo en la novela de crímenes del siglo XXI en España) son parte de mi producción intelectual, lo mismo que mis novelas. Una teoría estética como aquella de la fragmentariedad formal en la literatura, que expuse hace algunos años, es parte de una unidad reflexiva y explica las novelas Desaparición y Amantes y destructoresUna historia del anarquismo (2019). Mis cuentos, incluido Partner in Crime que acabo de publicar en México, son parte de lo que considero una cosmogonía.

¿Cómo ves el paisaje literario latinoamericano desde España?

América Latina busca peculiares caminos para hacer presencia en España. Si en general no cuenta con una fuerte industria editorial, los escritores latinoamericanos buscamos redes de producción, distribución y difusión alternativas de nuestros trabajos que van haciendo mella en su paisaje literario. Más aún cuando de países que son periferia dentro de la periferia se habla: El Salvador, Bolivia o Colombia. Las industrias editoriales de Argentina y México tienen mayor impacto y resulta más fácil para quienes publican allí contar con la difusión. En el campo de la novela de crímenes, por ejemplo, los autores de tales países tienen un peso inigualable. El hecho de que varios de ellos resulten finalistas o ganadores de los premios españoles se puede vincular con la importancia de la industria nacional de la que son parte. A pesar de que a menudo los escritores de tales orígenes soslayen la importancia de esta situación, es un hecho que eso sirve de telón de fondo para sus carreras. Esto además de que muchos están afincados en España desde hace años. El exilio de argentinos en los años 70 del siglo anterior, por ejemplo, tuvo gran impacto en Europa: ellos transmitieron su visión de la vida, publicaron aquí y tuvieron eco en España, Francia o Alemania. En ciertos contextos, en Francia se identifica a América Latina con Argentina. No es casual que en un encuentro de escritores del género en la Casa de América de Madrid el evento se haya publicitado como una charla de escritores latinoamericanos y yo hubiera sido el único que no era argentino. Días antes, el excelente escritor colombiano Pablo Montoya se había presentado en el mismo espacio con poca audiencia. La literatura latinoamericana en general tiene un lugar en los lectores españoles, pero no es fácil encontrar los cauces para difundirla.


“La Estrella de Panamá”


https://www.laestrella.com.pa/cafe-estrella/cultura/200410/amantes-destructores-historia-anarquismo

Los encuentros maravillosos que propician la Fiesta del Libro y Medellín Negro, por Ramón Illán Bacca

Este evento en Medellín, como todo lo que organizan los paisas, estuvo inmejorable. Juan Diego Mejía, el director, resultó tan buen organizador como lo es como novelista. Uno de los programas más interesantes es ‘Adopta un autor’. En las escuelas se lee, durante un tiempo previo, a un determinado autor y en la fiesta se le lleva a encontrarse con sus jóvenes lectores.

Estuve en una escuela pública en Aranjuez, un barrio en los altos de Medellín. Quedé sorprendido por el griterío que se formó a mi llegada, los resúmenes que se hicieron de mis libros, el baile de La pollera colorá con muy buen ritmo, el retrato a lápiz que me hicieron, los libros de La mujer barbuda que me dieron a firmar y el momento feliz que me hicieron pasar.

La charla sobre literatura costeña que tuve conJosé Luis Garcés fue moderada por Guillermo Cardona. Estuvo amena y regocijada. Vi entre los asistentes a viejos amigos, de esos que al encontrarnos la pregunta es: “¿eres tú?”.

El comedor es el mejor sitio para alternar con los otros escritores. Luisa Valenzuela, escritora argentina, me habló de su amor a las máscaras y su paso por el Carnaval en Barranquilla. Hablamos de la política de su país y le confesé que no entendía al peronismo. “Es difícil, acepto”, me dijo. Después me contó cómo en su novela La máscara Sarda recogió el rumor de que Juan Domingo Perón había nacido en la isla italiana de Cerdeña. “Después de visitar la isla, donde el rumor era aceptado como un hecho, no pude abandonar el tema. La novela la escribí en pocos meses”, me dijo.

Gabriela Alemán, escritora y editora ecuatoriana, me regala un libro publicado por su editorial, 008 contra sancocho, del escritor caleño Hernán Hoyos. Un libro erótico y divertido que en los años setenta nos pasábamos de mano en mano los universitarios, los cantineros, los policías y las chicas malas. El único escritor colombiano que ganaba plata antes de García Márquez, afirmó Óscar Collazos.

En otra mesa encuentro la gente pesadade la novela negra en el país. Está presidida por Gustavo Forero Quintero, fundador del Congreso Internacional de Literatura Medellín Negro. En la mesa están también escritores argentinos como Pablo Yoiris, ganador del IV Concurso de Novela Negra en Medellín, con Resnik. Un tipo afable que me dice es profesor en una prisión en la Patagonia. Él ha dicho que “en la Patagonia el arte es una rama del turismo… nada de enredarse con cuestiones psicológicas y filosóficas, eso es para los porteños”.

Se encuentra también Fernando López, abogado, exmagistrado y autor de varias novelas premiadas como Arde aún sobre los años, premio Casa de las Américas en 1986, con Germán Vargas Cantillo como uno de los jurados. El mejor enemigo, novela que leo, nos muestra el terror en la dictadura militar de los setenta, de lo difícil que es detener al Estado cuando quiere perjudicar a alguien.

Con Jorge Barraza, el escritor y comentarista deportivo argentino, la corta conversación se dio en forma espontánea. Mencionó a Gyula Zsengellér, el futbolista húngaro, revelación en el Mundial de 1934, séptimo goleador mundial de todos los tiempos y que en el 52, ya cuarentón, jugaba con el Deportivo Samarios, en Santa Marta. Hablamos de René Alejandro Pontoni, considerado el mejor centro delanteroen la Argentina (por encima de Di Stéfano) y que me devolvió la pelota cuando jugaba bola de trapo en la calle del pozo. Venía Santa Fe a jugar esa tarde con el Deportivo Samarios, y ese pase fue mi gran momento futbolístico.

Publicado en el periódico El Heraldo, el 4 de octubre de 2015.

Córdoba Mata 2015. La sangre de América: Violencia política, literatura y crimen

“América se desangra” fue el disparador para congregar a escritores del género negro dentro del festival Internacional CÓRDOBA MATA 2015. En la del Patio Mayor del Cabildo, lmer Mendoza, Gustavo Forero, Néstor Ponce y Osvaldo Reyes narraron vivencias y contextos que atraviesan sus novelas negras. Como parte de “últimos resabios del realismo” el crimen y las desapariciones trascienden los relatos de ficción.

Por Ximena Cabral (*)

Elmer Mendoza, Gustavo Forero, Néstor Ponce, Miriam Pino, Osvaldo Reyes y Fernando López|

Elmer Mendoza, Gustavo Forero, Néstor Ponce, Miriam Pino, Osvaldo Reyes y Fernando López|

Crear entre las balas

La construcción y las propias biografías de los centrales referentes del género hoy fueron atravesadas por vivencias y experiencias disímiles. Osvaldo Reyes, referente vital del género en Panamá marcó, en el inicio de la conferencia, la importancia de la formación para crear ficción

“Yo comencé como lector, en toda mi infancia, sobre todo aventura. Un padrino en mi adolescencia me regaló ‘Cianuro espumoso’, de Agatha Christie que en esa época se conseguían en el supermercado”, manifestó Reyes.

“Tengo la memoria impresa de cuando lo leí, volteé me puse el libro en el pecho y quiero seguir comprando este tipo de libros hasta los 81”.

El caso fortuito de la novela, sumado al acompañamiento de la maestras en su formación fueron tallando su prosa en sus libros como “El efecto Maquiavelo”.

Por su parte, Néstor Ponce subrayó el respeto de la palabra como biografía propia. El argentino radicado en Francia, expresó como la vivencia del exilio le permitió experimentar los sentidos de la lengua natal y los matices y riquezas de la expresividad de la palabra.

Asimismo, especificó el carácter que tiene el propio género: “La relación literatura y crimen tiene que ver con el carácter social de la literatura. Con tanto hipertexto hoy lo que tiene grande la literatura es no perder la referencia, lo social.”

Los disparadores de la escritura y la relación del crimen con la literatura, propuesta por la moderadora Miriam Pino, se anclaron en el contexto de trabajo en México y Colombia. La experiencia de Gustavo Forero, escritor y profesor de Universidad Antoquia, fue radical y atravesada por la violencia política donde “el crimen resulta vecino”.

“Nací en una ciudad pequeña al lado de Venezuela y allí ocurría lo que está ocurriendo hoy. Muchas personas de Pamplona tenían que desplazarse a otra ciudad para poder sobrevivir en un contexto criminal., Mi madre tuvo que buscar cuando murió, las carreteras son fatales y la que comunica con Venezuela fue hecha en 1826, mi padre se fue por un precipicio”, señaló.

Gustavo Forero en el Córdoba Mata 2015

Gustavo Forero en el Córdoba Mata 2015

En el contexto de frontera era muy difícil para una mujer vivir sola, entonces mi madre se desplazó a Bogotá y allí era otro espacio del crimen, organizado o no, institucional o no. La delincuencia en Bogotá es una de las más altas del mundo. Los niños teníamos que convivir con esa violencia organizada, los paramilitares, las células del narcotráfico que iban surgiendo. Estábamos rodeados de crimen. Por mi condición, por mi nación y por mi historia personal el crimen me resulta vecino”, enfatizó.

Elmer Mendoza, reconocido internacionalmente como ser el padre de la “literatura Narco”, relató como el propio contexto lo llevó a ser un escritor negro: “Nosotros hemos vivido una zona de guerra. Hemos creado mecanismos sociales para sobrellevar esa situación. Ahí tiene que surgir un arte producto de estas circunstancias. No queremos que los países se olviden de esto. Nosotros no hacemos apología de nada, como en un año se producen 20 mil cadáveres ¿cómo vamos a estar de acuerdo con eso?. Los millares en la miseria sin política educativa, ¿cómo vamos a estar de acuerdo en eso?.”

Directo, confrontando las críticas de quienes confunden esta literatura con apologías, expresó: “Nací donde están los sistemas de producción y rutas centrales del narcotráfico. No puedo estar en la calle tirando balazos –siempre tuve mala puntería-, pero si puedo escribir textos y eso es lo que hago.”

El cuerpo del crimen: el escritor

“Yo trato de encontrar paz pero tengo paranoia. Siempre escucho los balazos, tengo miedo que venga alguien a mi casa a buscarme, cuando me manifiesto como profesor que me investiguen por decir cosas”, expresó ante un auditorio conmovido  Gustavo Forero y relató el caso de un docente que lo investigaron y lo apresaron por comentar en actividades internacionales lo que pasa en Colombia.

“En un país como el mío escribir es un acto de fe. Mi literatura es una correría y mi novela persecución es una paranoia. Ahí estamos todos los colombianos y sobre todo la sentimos los que queremos escribir y dar un manifiesto de nuestro contexto histórico que es lamentable. Mi tono es desde la denuncia, el dolor, el desgarramiento.”

Acordó que si bien Medellin, intenta cambiar, “lo que sabe de allí es la punta del iceberg, lo grave se replica en todas las ciudades colombianas”.

En Arauca no podemos asomarnos al río porque están persiguiendo, paramilitares, guerrilleros, todo el mundo. Si bien hay administraciones que quieren hacer algo por mejorar, aun perduran las fuerzas oscuras,” reflexionó como parte de escenario que bien describe en parte su novela “Desaparición”.

Elmer Mendoza, relató como es su trabajo en medio de los sonidos de silbidos y las explosiones: “Cuando todos los días empiezo a escuchar balazos ya empiezo a sentir temor. A quien se la estarán disparando es lo primero que veo.”

Sin embargo aclaró que “si todos los días hay disparos, atenta contra mí, no hay novela coherente. He tenido que tomar medidas mientras trabajaba. Hemos hecho un movimiento que es no entregar la ciudad, entonces lo ganamos en los restaurantes, los lugares y la calle.”

La lengua madre, la lengua viva

En la construcción de los escenarios propios del género, los nuevos escritores reconocen la importancia de poner los acentos zonales. Osvaldo Reyes explicó que “también hemos roto las reglas de las que muchos hablan del “deber ser”, de la literatura negra. Si no incorporamos la lengua coloquial de donde escribimos limitamos la posibilidad de representar las características particulares de nuestra sociedad”.

Ejemplificó con la lengua canalera, de los inmigrantes, que llegaron a la construcción del canal de Panamá: “Todavía la conservamos. Incluso la hemos incorporado en la literatura”.

Elmer Mendoza, también aclaró como “el lenguaje de la calle al pasarlo a las leyes del discurso, exige lo suyo. Una maldición que en México usamos muchísimo conseguir que tenga el efecto que un narrador busca para que tenga una emoción intensa, que cree una atmósfera. Incorporar al lenguaje esa lengua madre de la oralidad exige trabajo”.

Elmer Mendoza en el Córdoba Mata 2015

Elmer Mendoza en el Córdoba Mata 2015

En ese artesanato, donde se trabaja desde los recursos tradicionales del crimen, el suspenso, las sombras, Néstor Ponce como narrador y poeta, remarcó que “la función moral del escritor tenemos que asumirla como creadores y artistas. No de hacer un panfleto, sino crear trabajar con la lengua, la imaginación y la memoria para poder establecer un dialogo con el público.” 

Desde esa perspectiva, se fueron recuperando parte de los diferentes legados y desafíos que una América que se desangra interpela a los trabajadores de la pluma.

Sobre el final, Ponce recuperó ante un auditorio despierto lo que considera la potencia del género: “Los escritores policiales somos el resabio del realismo. Es una responsabilidad.”

Las discusiones sobre literatura y violencia continúan durante este fin de semana en Mina Clavero.

(*) Periodista – Secretaria de Cultura del Cispren.

Fotografías Manuel Bomheker.

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Publicado en Centro de Documentación Juan Carlos Garat.

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